APUNTES: RAZONES PARA NO ASISTIR A UNA REUNIÓN DE EXALUMNOS

POR: "PATO" GÓMEZ MIGUEL

Dedicado a mi carnal el "EDAR"

En caso de ser invitado, recordar: no es el mismo “Los Tres Mosqueteros” a “La noche de los muertos vivientes”.

Probablemente la idea surgió del personaje menos popular de la generación y estará marcada por la razón básica de impopularidad: sus gustos rancios.

Los recuerdos no cuadran en la realidad: los niños y las niñas han dado paso a los papás y a sus vástagos y habrá una larga, larga, relación de las cualidades heredadas por unos mozalbetes desconocidos siempre presentes.

La música, de época, sonará más vieja en referencia al evento y la deseada celebración.

La posibilidad de encontrar un beneficio real a la asistencia será mínima en proporción a lo misterioso de la organización.

A sus “hermanos de sangre” de la escuela los sigue viendo, precisamente para no acordarse de la tripulación de extraterrestres en dónde los encontró.

Si bien le va, el antiguo colegio aun funciona, sino se estarán levantando de las ruinas o de un ideal venido a menos.

Los populares habrán dado el cambiazo y se volvieron la versión “z” del estándar de clase.

Por intervención quirúrgica, algunos freaks darán el gatazo y hasta le gustarán.

Compilará un listado de matrimonios aburridos, uniones libres, divorcios, adultos viviendo con sus padres y las combinaciones exóticas de la asociación humana.

Descubrirá sospechas confirmadas y las preferencias sexuales harán honor a los tiempos.

Con el fluir de los tragos se enterará de consignas puntuales: la vida es corta, nada es para siempre y ya olvidé.

A lo mejor saca una encuentro hormonal del tercer tipo, pronto a ocultarse en la inconciencia. No es igual el frescor de la juventud a la grasa antiarrugas.

Pasará aceite, escuchando las hazañas de pusilánimes metidos a perdona vidas y pondrá cara de admiración para el enano, pelón, gordo y decadente en turno.

Le tomarán fotografías estilo botarga en primera comunión y la subirán a las redes sociales, en donde su escaso prestigio quedará aniquilado.

Algún idiota cantará el himno de la escuela y todos se unirán en el berrido.

Caerán en la burla de los mismos profesores de hace cincuenta años y no aceptarán la paradoja de crecer: el chiste es uno mismo por andar montando espectáculos de casa de retiro.

Una fotografía “profesional” manoseada y amarillenta correrá para probar la pertenencia al bando de los cadáveres y experimentará en carne propia la sabia máxima: la dignidad nunca debe perderse.

Si ya se sentía perdido, al compararse con sus cóngeneres temporales, pedirá a gritos: “por lo menos y me lleve la muerte”.

A solas comprenderá su error y retornará a la rutina, sabiendo del peligro de recibir en cualquier momento una llamada de los apestados del grupo para invitarlo a salir.

Y a los excompañeros que realmente deseaba ver, no asistieron, están difuntos, padecen una enfermedad terminal o no se prestan a estas payasadas.

Por eso, diga no a esas proposiciones de reencuentro y nunca voltee a atrás: ya tiene cuanto puede, no se deje ganar al morbo.

Saludos a mi generación del Colegio Carnegie y que me expulsen de ella.