Por: Raúl Gómez Miguel
Al promedio de los lectores mexicanos de todos los medios les atrae la Nota Roja, los Deportes, los Espectáculos y los Eventos Sociales, es decir, el circo, la maroma y el teatro guiñol antiguo. El resto del periodismo especializado les vienen guango por aburrido y por repetitivo o por ubicarlos en la realidad concreta vigente. Son preferibles las ilusiones, la vida de los famosos y los escándalos de los divos y las divas del titiritero.
En esta ocasión nos detendremos en el seudo periodismo de Espectáculos por varias razones a precisar.
Es seudo, por la deshonra informativa, agravada en las últimas treinta décadas gracias al monopolio del entretenimiento televisivo y los derivados monopólicos de la televisión privada, suficientes para generar sus propias fuentes de información y difusión, obligando a la competencia a plegarse a su beneficio. Sin el consentimiento de la televisora no hay notas, entrevistas o exclusivas. El “recortero”, lejos de reportar, vive de las migajas aventadas a discreción por el propietario de los canales y las estrellas.
Por ende, el ejercicio objetivo, crítico o inteligente de la pluma se contrae a quedar bien con el más obsequioso y el menos susceptible a recibir un comentario negativo. Basta seleccionar una muestra de cualquier publicación o noticiero para notar la similitud de los datos y el giro de los juicios. El texto es primitivo; las preguntas esenciales del Periodismo en Serio reducidas al balbuceo y el análisis, al chisme de lavadero.
En este juego de retroalimentación dañada, los mal llamados paparazos, se convierten en árbitros ignorantes de la noticia y escupen la nadería como la palabra y el ejemplo a seguir. No hay requisitos para cubrir Espectáculos, simplemente, relaciones dentro de la empresa y asumir la impunidad de pisotear la fama de otros a favor o en contra.
Son raros los profesionales en activo cumpliendo honestamente la labor de informar de la farándula y las áreas afines. El grueso son chacales dirigidos a encumbrar o destruir la selección de sus mandos. Desconocen los escrúpulos y violentan la libertad de expresión. Escriben a según les dicte la neurona torcida y se jactan de ser influyentes, decisivos en el camino del estrellato.
Tratados como gatos (de angora, los menos), los delincuentes de la pluma comen y beben de las manos a morder en la siguiente entrega o en la futura conspiración contemplada. La feria de las vanidades emplumada no contenta con practicar lobotomía masivas en los leyentes, se exporta a naciones en peores atrasos educativos, promoviendo una superioridad espectacular en la tradición de los carromatos de maravillas.
Según los Espectáculos, México es el trampolín a la celebridad, al aplauso mundial. Premian en la taradez a actores y actrices que no actúan, cantantes que no cantan, cómicos de pastelazo, argumentistas banales y un largo etcétera de auto engaño dañino a la expansión de la “verdad” cacareada al primer vuelo.
La falta de juicio ha traído una mascarada permanente y el progresivo hundimiento de la industria atendida. El monopolio del espectáculo sólo ha engendrado autocomplacencia y falta de competitividad. Fuera, en países considerados menores, la supervivencia a través de la creatividad los lleva a hallar fórmulas diferentes de abordar las boberías masivas y no tardarán en darle la vuelta a la tortilla, reduciendo las distancia del ególatra gigante y derrumbando el mito del liderazgo productivo. Argentina, Brasil, Colombia y la Venezuela antes de Chávez se anotaron tantos en productos rápidamente comprados por las televisoras mexicanas o “adaptados” a la idiosincrasia local, avalando la calidad en la manufactura de los mismos.
Semejante evolución se presenta en el periodismo de espectáculos de otras latitudes, donde la diferencia entre el sensacionalismo de payola y la objetividad informativa es clara. Por cultura, educación y entendimiento del trabajo, esos periodistas atraen a los lectores moviéndolos a construir juicios profundos y no a la miseria reiterativa de los habituales chismosos tricolores.
Espero y la apertura de la Red y los Blogs faciliten al surgimiento de un nuevo tipo de periodismo especializado escrito por gente inteligente, comprometida y libre a marcar los aciertos y los errores de un mundillo fantástico esencial en las vidas de una multitud deseosa de no complicarse el sueño, y no caigaen el tedio de acelerar la imbecilidad electrónica. Con los sitios oficiales de las empresas televisivas nacionales es suficiente.
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