Damos una mala y va otra peor noticia. No es posible escuchar de labios de autoridades responsables, la reducción de la muerte de seres humanos a “gajes del oficio” o “respuesta lógica de los delincuentes acorralados”. ¿Acaso los decesos pierden un sentido de humanidad y se inclinan a frías estadísticas?. En la línea de fuego están mexicanos jugándosela mientras los hilos del poder se enredan en la imposición presidencial en la dirección de Acción Nacional. Los fallecidos, de los bandos en pugna, tienen familiares y tienen el derecho a ser llorados, no a listarse cual reses en un día de matadero.
La saturación mediática de la guerra del Estado contra el crimen organizado en México genera el síndrome del entretenimiento violento. El público no reacciona al caos, la destrucción y las bajas. La violencia es una imagen cotidiana como un anuncio, como un papel tirado en el suelo. La indiferencia ocurre en el peor momento de nuestra historia reciente por ser un espaldarazo subconsciente a las cosas tal cual son sin decir, sin opinar, sin tomar una postura. El primer muerto siempre consterna, los demás son un inconveniente en la transmisión de los programas. Vemos la realidad de los medios, pero no la nuestra.
A regañadientes los mexicanos hacen cola en la embajada de Canadá en la Ciudad de México para iniciar los trámites de la visa. No ubicamos índice alguno de anulación al proceso. Tampoco es mucho lo negociable. Las naciones son libres de implementar los requisitos y las formas de ingreso legal de extranjeros a su jurisdicción. México entra por la puerta trasera a países preocupados por la indolencia y el escurrimiento del orden jurídico interno y el efecto negativo asentado en ciudadanos convencidos de poner tierra de por medio.
Jonathan Rabb, famoso y efectivo novelista norteamericano de éxito mundial, autor de “Rosa” imaginado en la conexión del asesinato de Rosa de Luxemburgo y el modus operandi de un asesino en serie, continúa el proyecto en “Sombra y luces”; una recreación del Berlín entre guerras, y anuncia el cierre de la trilogía con un relato a unas cuantas semanas del estallido de la Guerra Civil Española. Quienes conozcan la prosa de este escritor saben de su habilidad para contar historias, mantener el suspenso y dar los giros necesarios a gusto del respetable. Más que recomendado.
El estreno de la nueva película de Harry Potter revive la celebridad noña del maguito de cuarta y los alucines millonarios de su creadora, inspiración para una panda de afectados emocionales sujetos a los juegos de rol y a los disfraces, adeptos a nutrir las ganancias del largo metraje cuya compensación para los mortales comunes y corrientes es el mejoramiento visual de los protagonistas y la inevitable atmósfera sexual explícita en los conflictos de los personajes. ¿Al fin el escuincle cursi y sangrón perderá la virginidad? ¿La compañera inseparable advertirá ser ya una mujer? ¿El torpe del cuento nos saldrá un garañón? Aguante las carnitas y esperemos el esperpento del verano.
La celebración de otro aniversario de la Revolución Francesa de 1789, madre democrática del mundo conocido, inspira una reflexión crítica de la separación práctica e inevitable de los ideales y las decisiones del poder; de los derechos del hombre y el ciudadano y los límites de las instituciones y los representantes; del aniquilamiento de viejos regímenes y la implantación de otros prematuramente envejecidos: todo a nombre de la diosa Democracia.
La muerte de Michael Jackson afectó a los ex alumnos de algunos colegios particulares para organizar fiestas de reconciliación con fulanos y fulanas a los cuales odiaron a morir en el viejo patio escolar y hoy comparten pastel, bebidas y páginas de Facebook para inmortalizar el reencuentro. No es válido el azote sentimental a causa del muertito ni evocar los años maravillosos de Kevin Arnold y Winnie Cooper. El tiempo es implacable y se aguantan.
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