Por: Raúl Gómez Miguel
México está convertido en un gran circo de cientos de pistas multicolores con atracciones a la medida y por un único precio: vivir aquí, y una única recompensa: mantener la vida.
Seguir puntualmente las noticias y las editoriales de los medios es para el lector promedio una verdadera descripción del cumplimiento de las profecías mayas del 2112. El mundo se acabará por la graciosa intervención de la imbecilidad humana.
A diario caen “peligrosos” y “altísimos” barones del crimen organizado y las muertes continúan cuales patitos de tiro al blanco. No se sabe por donde el dragón se está comiendo la cola.
La influenza es manejada a gusto de los interesados, arriesgando vidas, pero procurando la protección del interés particular. Muertitos y enfermos no partici´pan en la contabilidad nacional.
Los mexicanos estamos de vacaciones, o al menos, los hijos de los mexicanos, como pueden arman sus retiros lúdicos y el bullicio de su juventud colorea las ciudades. Un poco de diferencia en las planicies grises de las calles.
Los boletos para el partido de fútbol entre México y los Estados Unidos en el Estadio Azteca volaron y ya están en manos de la reventa. Por primera vez, en muchos años, el aficionado va en plan de perdonavidas y desconoce los comentarios de la FIFA: los verdes ganaron la Copa de Oro, mas no han mejorado el nivel futbolístico de antaño. Un poco al estilo del burro y la flauta; la toca y recemos no lo olvide.
Enfrascado en mis propios problemas, todavía se apuntan las consecuencias de la imprudencia federal al convertir el proyecto de la nueva refinería en una rifa con rally incluido, Hidalgo, Guanajuato y Michoacán le han entrado a los jalones y, bendita sea la seriedad institucional, los partidos pugnan por la joya de la corona del calderonismo. A beneficiarse del tropiezo ajeno.
Y las señoras de edad o maduronas están a la expectativa al conocerse el proyecto de TELEVISA para producir la enésima versión de “Juan del Diablo”, un clásico de la telenovela, con un reparto a modo del lucimiento de Aracely Arámbula en dos papeles simultáneos: la monja y la disoluta. Habiendo tanto de dónde escoger, la marca Luis Miguel pesa. O quizás La Chule aprendió a actuar en serio mirando al sol a la cara. Del osado "Juan" sólo se especula la contratación de un cincuentón talacheado para pasar por mozuelo.
En la risa esquizofrénica nos enteramos de los pedimentos de la embajadora de Honduras, leal al presidente derrocado, a no visitar el país. Todo, eso sí, por la bendita y maltratada democracia.
Al tratar de ponerme al corriente en las películas, contemplo realizaciones como “El Luchador” o “Gran Torino” y concluyo en un espíritu de fracaso universal ante la imposibilidad individual de asimilar y sortear la realidad. La confianza, creo, radica en saberse un verdadero héroe y hacer lo necesario sin chistar. Desoyendo las recomendaciones de los cobardes y los abnegados.
Por si fuera poco, un viejo conocido da muestras de su presencia, dejando pistas sutiles idénticas a las ya comentadas, para decirme: "Estoy de regreso y sabrás de mí".
El PAYASO la única certeza competitiva a la Muerte se tomará una temporada para desquiciar al país. El PAYASO carece de corazón. Viene a destrozar, a acelerar el caos, a matar con una sonrisa y a probar el temple de nuestras almas.
El PAYASO adquiere todas las formas y todas las tentaciones, y, hasta dónde sé, sólo plantándole cara y retándolo a infundirte terror puedes escapar de sus fregaderas.
El PAYASO camina entre nosotros. Estén listos: en un callejón oscuro, una luz puede deslumbrarte y dentro de ella estarán la peluca chillante, un rostro grotesco pintado de blanco, rojo, negro y aplicaciones variadas, un traje estrambótico y un par de zapatotes relucientes, moviéndose en nuestra dirección para cargarnos a ese lugar, del cual nadie ha regresado.
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