La credibilidad es la esencia del trabajo periodístico. Sin ella, el profesional de la noticia es nada. Por ende, cuando alguien es reconocido como “el hombre más fiable en Estados Unidos”, no es cualquier cosa.
Walter Cronkite fue el rostro de la información de la cadena de noticias CBS de 1962 a 1981, ofreciendo una puntual revisión de los acontecimientos turbulentos por 19 años, asumiendo una actitud crítica frente a los hechos y, especialmente, fomentando la imparcialidad en la audiencia, limitándose a cerrar el día con la expresión "And that's the way it is" ("Y así son las cosas").
El “Tío Walter” como también fue apodado, respondía por el trabajo de trescientas personas y un presupuesto anual de cien millones de dólares, destinados a llevar a la sala de la familia norteamericana el recuento ejemplar de las vicisitudes cotidianas.
Su rostro congestionado por el dolor y manteniendo la voz para anunciar, primero, el atentado contra de la vida del presidente John F. Kennedy, y luego el parte de su muerte, es un icono histórico del periodismo universal.
Cronkite supo hablarle a la población estadounidense desde una opción de verdad honesta. Exacto en el análisis y fulminante en la editorial, Walter Cronkite labró una trayectoria inigualable y elevó a los hombres que leían las noticias en la pantalla chica a un sitial digno y respetable.
Sin embargo, es imposible pensar en un sustituto, en cuanto a veracidad y credibilidad se refiere, en las filas actuales de los “media workers”.
Cronkite era un periodista, no un trabajador de los medios. En él se depositaba la confianza de una nación, a la que siempre correspondió con una carrera ejemplar y con las evidencias informativas necesarias para emitir un juicio y cubrir la responsabilidad social de quienes difunden las noticias.
Ya retirado, William Cronkite fue alcanzado por la muerte a los noventa y dos años de edad en su casa de Nueva York.
Con su fallecimiento, los Estados Unidos pierden un activo contribuyente a la práctica democrática de no ocultar los hechos por vergonzosos que pudieran ser y a un verdadero comunicador social imposible de igualar.
Dejando a un lado las diferencias sociales de cada país de la tierra, William Cronkite simbolizó el deber y la responsabilidad ética de quien informa, ganándose al público con la mayor credibilidad que cualquier otro periodista o presentador haya soñado jamás.
El periodismo del mundo pierde una importante referencia en el cómo debe de abordarse la noticia en los medios electrónicos, y recibe un legado duro de superar.
Los DODOS reconocemos al hombre y al profesional, siguiendo sus enseñanzas, “así son las cosas”, indudablemente, pero Cronkite hacía la diferencia.
Descanse en paz.
El Último De Los DODOS
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