La gente común responsable de las casillas electorales de estas elecciones intermedias merece un gran reconocimiento por su compromiso a cumplir el pacto de recibir, distribuir y contar los votos. La mancha en la rectitud, para variar, recayó en los grillos y sus huestes destructivas. Cientos de ciudanos llevaron a los Distritos Electorales los paquetes de los sufragios, asegurándose de entregar a la autoridad correspondiente la voluntad ciudadana. Cuanto ocurra después es responsabilidad de los sospechosos comunes y los amarres corruptos de siempre.
Nuestro México es honrado por su gente, no por sus gobernantes.
Por cierto, el abstencionismo también lleva un mensaje.
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