No es posible. La justicia está por encima de la política, no al revés. Sean quienes sean los responsables de los secuestros y el narcotráfico en general no deben usarse para demostrar la eficacia del Gobierno Federal o de los Gobiernos Locales; es un asunto de prioridad elemental sostenido en el interés de la sociedad y no un botín de convencimiento mediático.
Aun el remolino postelectoral no se calma y empiezan las disposiciones del Ejecutivo a restar puntos a la oposición, sometiendo a su propio partido a la imposición de un líder nacional semejante al hombre que facilitó la derrota en las urnas, ahondando las diferencias de quienes aportaron la plataforma de su investidura.
Es urgente el cambio de estrategias para reducir al crimen organizado y no abrir nuevos y más complejos escenarios, considerando que las fuerzas de seguridad pública son finitas y la apertura de más frentes sólo reduce la eficiencia e incrementa el número de bajas. El incremento exponencial de efectivos tocará una curva a la baja y entonces el sacrificio será irreversible. Los titulares de los poderes de la Federación necesitan exponer la verdad y no ocultarse en los niños, la familia u otra abstracción para facturar la desolación llevada al territorio nacional. ¿Se trata, en realidad, de satisfacer una amenaza ciudadana o de ajustar cuentas para un futuro incierto?.
México vive horas difíciles, precipitadas por la ambición desmedida de los poderosos, y la ciudadanía, NOSOTROS, podemos hacerles frente con una sola postura: UNIDAD. Pongamos el ejemplo y procuremos concretar un único objetivo: LA PAZ.
Recurramos a los instrumentos legales y legítimos al alcance y exijamos cuentas claras y precisas contra la barbarie instalada en el Poder y exijamos CERTEZA.
EL ÚLTIMO DE LOS DODOS
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