FARFADET: PERDIENDO EL CONTROL

POR: ANGÉLICA MONTSERRAT PEÑA GÓMEZ

Levantándome de mi cama acaricio mi rostro
y las carcajadas comienzan a vibrar dentro mis aposentos,
todo vibra y comienza a caerse.

Las carcajadas me toman desprevenida
y me poseen, transformándome en un tumulto de locura e irreverencia.

Me encuentro envuelta en una sábana de colores mágicos,
tomo la huída y me lanzo por el balcón de mi cuarto,
al caer abro la sabana y comienzo a volar,
hago maromas y movimientos satánicos en el aire
mientras las carcajadas se van adentrando en mí.

A lo lejos puedo verte tan frágil como siempre,
vas caminando sobre la avenida de los abandonados
y yo simplemente te lanzo una de mis mejores carcajadas,
el sonido llega a ti, quemando tu sensible cuerpo
y dejando sólo bellas cenizas.

Caigo sin avisar y, por si fuera poco, te aplastó
pero la risa es genial, que comienzo a bailar
por haberme deshecho de algo tan vano como tú.

Me levanto y la ciudad manifiesta tanta soledad,
como la soledad de la perfección,
soy bella, soy genial, soy simplemente, soy.

Me echo a correr mientras nadie me persigue,
me dejo llevar por mis impulsos y llego a ti.

Acaricio tu cadera suave, tu sonrisa se vuelve parte de mí
y nos fusionamos para crear a la nueva musa de la locura.

Comenzamos a dar miles de vueltas y formamos un remolino de colores,
nos hacemos una misma.

Nos encontramos en un mismo cuerpo
que se sacude la pintura restante
y sigue caminando para encontrarse
en el reflejo de aquel viejo edificio.

Nos separamos.

Tropiezo y caigo; pierdo la razón y sólo escucho carcajadas.

Al despertar en mi habitación, sudando en exceso,
es de noche, todo está revuelto y lleno de colores,
pero el sueño es abominable y ya nada importa,
sola vuelvo a acostarme mientras las carcajadas vuelven
y me doy cuenta que soy yo reflejada en tu espejo.