La renuncia obligada de Germán Martínez a la Presidencia Nacional del Partido Acción Nacional, después de los resultados adversos en las elecciones intermedias del domingo 5 de julio pasado, es la salida obligada para un funcionario menor con aires de grandeza metido a botarga de Felipe Calderón e imposibilitado a sostener el equilibrio de poder esperado.
Ahora el PAN entrará en un proceso similar al del Partido de la Revolución Democratica cuando trató de meter reversa ante los excesos de sus figuras "históricas"; entrará al cobro de fracturas, pedidas de disculpas y ataduras con las fuerzas siniestras aliadas a los adversarios, por un simple principio de venganza y revancha.
Germán Martínez es otra pieza perdida en el ajedrez de Calderón a la mitad de una partida próxima a la derrota, de insistir en tener la razón, en un país ajeno a su forma de comprender resolver las cosas.
No bastan los nombramientos; se necesitan resultados.
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