Por: LA REDACCIÓN
Mientras el Dodo Pambolero termina de acomodarse las emociones y asimila el pase de la Selección Mexicana de Fútbol a la Gran Final de la Copa de Oro, tras vencer en penales a su similar de Costa Rica, sumando dos y no un encuentro, como se pensaba, con los Estados Unidos, por esos designios del hado del balón, ciertas ideas deben de apuntarse.
Nos queda claro, la diferencia hecha por jugadores jóvenes (los campeones mundiales de la sub 17) entrenados a ganar y fogueados en el fútbol europeo, sin dar todavía la totalidad de sus cualidades deportivas por edad y crecimiento físico, pero claros referentes de una transición positiva en la mentalidad de las nuevas generaciones en cuanto a profesionalismo y rendimiento. No desean ser "ratones verdes".
Llama la atención cómo el ayudante Mario Carrillo, ante la suspensión disciplinaria del Entrenador Titular del Tri, Javier Aguirre, halló la forma de moldear al equipo para ir mejorando de partido a partido, gracias a las decisiones de un “second” mejor ubicado en el conocimiento de la estrategia adecuada para los seleccionados. Por una mera casualidad, este hombre ha levantado un equipo tambaleante sin hacer demasiadas olas y terminando por convencer al aficionado a regresar a los estadios y los medios.
Sin revolucionar la práctica del balompié local, Carrillo armó un conjunto cumplido, no vistoso suficiente para regalarle a los seguidores momentos de agonía y éxtasis. No se creía en llegar lejos, ni siquiera en pintar en la primera vuelta. La expulsión de Aguirre cambió el destino.
Gane o pierda la Selección el próximo domingo, La Federación Mexicana de Fútbol debe de pensar en el siguiente paso y en la posibilidad de haberse equivocado de hombre al traer un “figurón” venido a menos de la liga española para encargarse de un colectivo destinado a escurrírsele entre los dedos.
No sabemos si previamente el señor Aguirre se digne a dar instrucciones o preparar un plan exacto frente a cada partido. Verlo, durante los encuentros, sentado en la tribuna quitado de la pena y sin usar ningún tipo de aparato de comunicación con la banca, sólo confirma la responsabilidad del asistente en los ajustes de la alineación y los movimientos tácticos contra el rival. Por supuesto, Carrillo no gana los millones de Aguirre, mas saca la chamba y en un horizonte limitado devuelve la esperanza a las masas emplumadas hartas de tanto descalabro.
No fallaron los penales, sin embargo, pudieron omitirse. Las fallas señaladas puntualmente en esta sección por el Dodo Pambolero ocurrieron y se estuvo a un tris de perder. El próximo duelo es a muerte por miles de razones y múltiples intereses. Los mexicanos sentimos casi un deber patrio bajarle la soberbia a los Estados Unidos en un deporte considerado patrimonio nacional. El paquete debe alcanzar la perfección por no haber segundas partes. La Copa es una.
No debemos cegarnos, la victoria es efímera y el mejor partido siempre será el futuro. Hoy simplemente un grupo distinto de futbolistas a trompicones y riñones se han abierto camino a la cita correspondiente. No existe aun la asociación o la integración mecánica de la escuadra; no obstante, vamos a abrirnos a la individualidad y la comprensión cabal de su peso en el resultado.
Dado el microcosmos de la realidad mexicana reflejado en el fútbol, aceptemos la diferencia dada por los individuos haciendo lo correcto en el momento preciso.
Si hubo un triunfo sostenido en penales fue por el coraje y la determinación de los cobradores. Ganar es un asunto de decisión, obliguémonos a hacerlo frecuentemente hasta volver una barbaridad “ponerse la camiseta” al tenerla tatuada en el fondo del alma.
México está hambriento de buenas noticias y de gente haciendo la diferencia.
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