En corto. El crimen organizado cambia de táctica y se lanza a las aguas brillantes de los medios de control social. Dan entrevistas y recitan un guión ideado para jalar simpatías entre el público obediente a los dictados de los noticieros. Ayer eran los asesinatos de los enanitos luchadores; hoy son las lágrimas de cocodrilo de los jefazos delictivos dispuestos a competir por la audiencia y demandar una guerra justa y no meter a las familias.
En una pésima versión nopalera de “24” el gobierno federal responde como la Casa Blanca hipotética: el Estado no negocia. Eso ya lo sabemos y aquí están los resultados. Las fuerzas de seguridad pública, siguiendo los manuales de motivación de tanto curso en el extranjero, lavan el casco de los uniformados alentando el espíritu guerrero de una jihad a la michoacana, prometiendo el paraíso de los héroes mientras los suyos están a salvo a kilómetros de distancia.
Un principio elemental de conflicto es el efecto de una bala y la primera muerte. El resto es la disyuntiva de sobrevivir o morir. La guerra es otro estadio de la sociedad, pero no puede convivir en el supuesto predominio de la paz. O los responsables confirman la realidad armada y nos atenemos a ella, o declinan en el engaño de intervenciones “quirúrgicas” en las provincias. Siempre el maldito y cobarde doble discurso.
Roguemos por la inocencia del Ejército y cuerpos similares para no darse cuenta de su poder y el escaso control del mando civil. El peligro latente en cualquier democracia es entregarse, en circunstancias extremas, a las disposiciones de los profesionales de la muerte. Quien posee las armas, en ese escenario, posee la razón.
Durante los gobiernos fuertes, emanados de la Revolución, hubo tentativas militares de acceder al poder. En una actualidad de desintegración gubernamental y excesos de diversos tipos, las armas, piensan los ventajosos, podrían destrabar al País.
En las semanas porvenir, veremos la sinceridad de las palabras de las partes en pugna. Por lo bajo, es un hecho la imposición presidencial de Cesar Nava en la dirigencia de la bancada panista en el próximo Congreso; nombramiento de consecuencias negativas en el panismo no alineado y un argumento de peso en los planes de pactar con otros partidos y golpear por debajo de la curul el pesebre cerrado
A causa de geografía y ligas familiares, el michoacanazo le pegó duro al Partido de la Revolución Democrática en el punto más bajo de integración partidista y, en la usual reacción chaquetera de Cuauhtémoc Cárdenas en carta abierta exige la renovación total del sol azteca, empezando por la dirigencia. Olvida sospechosamente el Michoacán de su dominio y los cientos de hebras dispersas en la oscuridad bajo el reinado de padre e hijos. El coto privado del cardenismo tiene una extensa y retorcida cola para darse baños de pureza y vestirse de inquisidor. Señor Cárdenas, usted también carga pecados.
Lo escrito por los DODOS resultó profético. Canadá, ante la contestación diplomática mexicana de revisar la molestia del visado, rompió negociaciones y mantiene el proceso sin reducción ni salidas cortas. Enésima falta de tacto de la cancillería tricolor en el manejo de las relaciones exteriores y un costo extra a la cuenta de los ciudadanos.
Si se pisó o no, si fue un montaje, una conspiración o la broma cara del siglo, se cumplen cuarenta años de la llegada del primer vuelo tripulado por el hombre a la Luna y nos dejamos llenar de nostalgia por la emoción de escuchar, en inglés, la comunicación de los astronautas y la tierra a través de la radio y la televisión. Fue un paso de un hombre y uno gigantesco para la humanidad. El cierre tecnológico majestuoso de una década irrepetible y uno de esos instantes válidos en el resumen de la existencia. How high the moon, how near, how far, cantaba Ella Fisztgerald, y la canción no ha variado mucho. La luna en lo alto observa la convulsión de la tierra.
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