Por: Raúl Gómez Miguel
Germán Martínez, improbable líder del Partido Acción Nacional, es clon región z de su jefe directo el Presidente de México, Felipe Calderón, quien por razones de su única incumbencia decidió poner al partido en manos de este grillo malandrín y mitotero que sólo obedece instrucciones y lo hace tan mal que, del triunfalismo foxista, el PAN se ha ido replegando al avance bastante oportunista del Partido Revolucionario Institucional, no por ser un gran adversario, sino por poseer una larga historia en tranzas y despojos suficiente para hacer de la torpeza ajena, la fuerza de su regreso.
El Partido de la Revolución Democrática, perdido en la maraña de los arrebatos de la frágil izquierda autóctona, se ha derrumbado en la preferencia del voto y, honestamente, se duda que remonte altura después de la suciedad filtrada a las elecciones internas y el distanciamiento de caciques tribales unidos en el núcleo.
Sin embargo, el PAN y el Presidente Calderón no desean bajarse de la silla y han orquestado una estrategia peligrosa de desprestigio a los opositores mezclando coreografías bélicas y la impertinente arrogancia de que solos van a salvar a los mexicanos de las fuerzas criminales, desmantelando vínculos de autoridades y mafias, además de amenazar a los disidentes de estar implicados en el tráfico de influencias y los delitos derivados.
Así mientras Felipe Calderón le juega al macho o al John Wayne de los conservadores alardeando sacrificio y “no rendición”, el perro de la casa, Germán Martínez ladra a la noche y se muerde la cola inventando nuevos asaltos y sometimiento de malos funcionarios que, curiosamente, no pertenecen al blanquiazul, como gozando la oportunidad de verter su rabia impotente en el dejado próximo.
Es fácil ponerse sabroso rodeado de guaruras y de elementos de las fuerzas armadas, sin embargo, al ciudadano promedio le está quedando claro una debilidad del régimen: más allá de la guerra al narcotráfico y crímenes asociados, el presidente no ha cumplido nada de lo prometido: ni ha generado empleos, impulsado la productividad, atraído capital foráneo o mejorado en algo la situación de vida de los mexicanos. El gasto gubernamental sólo ha facilitado mayor pobreza y mayor incredulidad; factores atractivos para los jóvenes llenos de imprudencia que se venden como cuadros a los “narcos”, sabiendo que un por breve tiempo tendrán la fortuna que por las buenas jamás alcanzarían.
El terror suscitado por un gobierno amedrentado y fanático de la espectacularidad inútil también dispuso de otras modalidades de grilla sucia.
Por varios conductos, que conoce la opinión pública, nos hemos enterado de llamadas telefónicas, correos electrónicos, comentarios anónimos en blog, chantajes directos y advertencia de boca en poca que amenazan a varias aspirantes a puestos de representación popular de la Ciudad de México con asesinato, daño a sus familias, exigencias de pago de protección o embutes a fin de no revelar supuestos vínculos con el crimen organizado.
Sabemos que la grilla mexicana apesta, sin embargo, los ataques son excesivos en la condición de género, se amedrenta a mujeres, y en la virtual libertad de la denuncia “anónima” para manchar la reputación de quien sea con el clásico “nos dijeron y usted, disculpe”, el trabajo de partido queda expuesto a esta modalidad de terrorismo electoral.
Independiente a la filiación partidista, las candidatas merecen un respeto y un trato digno por simbolizar la participación política de la mayoría demográfica del país y es reprobable que los cobardes azuzados por otros pusilánimes, arremetan contra ellas a modo dar paso libre a las fórmulas convenientes.
Porque detrás de las amenazas están los seudo estrategas políticos que usan el terror como carta fuerte en un juego que por el voto honesto no van a consolidar, y ahí está desde el último de la fila de carroñeros hasta el títere Germán Martínez soplando la hoguera para que el fuego cunda. ¿Dónde está el seguimiento judicial a Vicente y Martita y a otros destacados panistas que no le hacen el feo a los negocios ilegales?. ¿Quién auto califica la corrupción estancada en su propia casa?
Si Calderón desea llenarse las manos de sangre que ponga la suya. Si Germán Martínez gusta de los madrazos encontrará a alguien que se los dé. Pero que no avienten el torbellino de su ineptitud ególatra en los hombres y las mujeres que aun creen poder ser una diferencia, que no aprueben la agresión cobarde hacia el género, históricamente acorralado, que se atreve a proponer una vía distinta de usar el poder.
Que acepten el rechazo ciudadano. Eso sí es democrático.
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