Por: Angélica Montserrat Peña Gómez
Tan insoportable es la lluvia helada que ciega y confunde,
tan venenosa la noche con tu ausencia,
tan incomprensible el sentir de este corazón atado;
como intolerantes son las lágrimas que nacen
y que mueren como la mejor de las madres.
Tan pesado y grotesco es el cuerpo que carga mi alma,
tan dañina la sintomatología del cascarón
cuando está muriendo la esencia.
Tan ardiente la pasión y dolor por ti
como preciosa es la lava,
pero lastima, perfora, sólo perfora,
erosiona utilizando el tiempo como herramienta,
mientras este ingenuo corazón sigue latiendo
por el amor inhumano de tus entrañas.
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