martes, 16 de junio de 2009
EDITORIAL: La marcha de los diez mil
El horizonte empezó a temblar. Un murmullo creció a la distancia. Mis ojos contemplaron la lejanía y distinguí primero una cabeza de ave, luego un cuerpo y, por último, unas patas. Detrás de ese animal venían otros y otros. Marchaban con un ritmo permanente y a un paso casi diría veloz, considerando su constitución. Corrí a alcanzarlos antes que cundiera el pánico entre la gente no acostumbrada a verlos. Eran miles de Dodos que arribaban a nuestra redacción con un solo objetivo: demostrarle a la humanidad que El Último de los Dodos, no era tal, que había más de lo que podía imaginar, pero que se hallaban escondidos a causa de la destructividad humana.
Pregunté quiénes eran y me contestaron que Los Diez Mil, que muchos siglos atrás hombres heroicos habían hecho una marcha similar para comprobarle a su gente que no hay límites para la decisión, la voluntad y el coraje.
El ya no Último de los Dodos no daba crédito y agitaba las alas, daba brincos, cantaba y se perdió entre la multitud de sus semejantes, le contó parte de su odisea para hacerse entender con los seres humanos de espíritu Dodo y cómo les había insistido para que lo ayudaran a difundir un MANIFIESTO DODO, previendo que con su desaparición, no sobreviviría ninguna memoria.
A su vez, el portavoz de los DODOS informó que a través del ciberespacio supieron de la existencia de un igual y que movidos por la curiosidad siguieron algunas pistas que demostraron la autenticidad de El Último de los Dodos, y leyendo entre líneas mensajes que sólo un DODO puede comprender fueron saliendo de sus escondites, proponiendo una primera expedición de avanzada que comprobara in situ la identidad real de El Último de los Dodos. Ratificada la veracidad del sujeto, decidieron acudir en masa al llamado de la especie y acá estaban, rindiendo a la memoria de los ancestros el reencuentro de la especie.
Tirado a la broma les comenté que la historia del blog parecía compendio de títulos cinematográficos. Al inició era “La buena, el Dodo y el feo”, después le tocó ser “Los 300”, y culminó en “La marcha de los diez mil”.
Aplicando mis conocimientos en el lenguaje de los Dodos, me enteré de muchas cosas y deteniendo el tiempo hablamos y hablamos hasta que el despertador sonó y revisé nuestro Blog que superaba las diez mil visitas e insertada en medio del teclado descubrí una pluma que se deshizo en mis manos.
Los Dodos de la redacción aún dormían y Africa, velaba su sueño.
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