Dos goles contra uno. Penales oscuros. Selecciones de medio pelo. El debut accidentado de Javier Aguirre como timonel de la Selección Mexicana de Fútbol que para variar jugó peor y perdió como siempre, sin meter la pierna ni usar la inteligencia. No duele perder; duele la manera, la entrega total a una Selección de El Salvador que aun jugando sin jugar, sometió a los mexicanos y reiteró el desgaste del balompié nacional. Vendrán los comentarios y las sobrelecturas de cantina, pero la verdad es incuestionable: México es un fiasco profesional aun con jugadores de exportación y leyendas vivientes de las patadas. Una copia fiel del país que representa y de las idioteces que lo han propiciado. Millones de pesos tirados en un producto que sólo puede vender angustia y la ansiedad de un milagro. Quizás gane el próximo encuentro en el Estadio Azteca, no obstante, la duda persiste en llegar a un mundial casi por imposición y luego esperar no hacer el ridículo. Eso no es fútbol, son balonazos al a ver qué sale. Y uno que no entiende para volverse a enganchar en la euforia de los ratones verdes sin gatos merodeando. ¿Se puede?
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