Alonso Lujambio Irazábal, Secretario de Educación, obtuvo la aprobación del Gobierno Federal para deshacerse de dos finísimas personas bajo su dirección y que molestaban los intereses políticos de la maestra Elba Esther Gordillo, dueña del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), pilar indiscutible de las fuerzas oscuras que sostienen a Felipe Calderón y compañía.
Las renuncias de Jorge Santibáñez, responsable de la Unidad de Planeación y Evaluación de Políticas Educativas, y Miguel Székely, subsecretario de Educación Media Superior, se leen de forma directa como una prueba de lealtad del calderonismo hacia doña Elba para que en este año electoral, las fuerzas vivas que tiene, hagan la diferencia en las urnas y otros espacios indispensables para aplanar los resquemores de ciertas alianzas.
La calidad y el futuro de la Educación Pública puede esperar. La prioridad es que no existan verdaderos cambios que enfurezcan a la señito y vaya a armar uno de sus clásicos mitotes. De ese calibre es la Gordillo que, aun en periodo de purgas sindicales, hace del SNTE un objeto del deseo inalcanzable para los especialistas en la destrucción de las organizaciones de trabajadores. Ni modo, en el sindicalismo persiste el pedigrí.
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