Por.- MARCIA TREJO
14.- Uno de los aspectos que, sin duda, está causando más posturas encontradas es el religioso.
De entrada, es necesario, aclarar que es falso que el matrimonio entre personas del mismo sexo sea un atentado contra el matrimonio religioso. La reforma al artículo 146 del Código Civil del Distrito Federal, en ningún momento y en ninguno de sus apartados, menciona a la Iglesia, en consecuencia, afirmar –como han hecho algunos representantes de la Iglesia mexicana- que la ley es un “atentado” es inexacto y engañoso. El que se lleven a cabo matrimonios entre personas del mismo sexo no guarda relación alguna con la afirmación previa, ya que se trata de dos espacios radicalmente distintos: por un lado, el correspondiente al Estado y, por el otro, el de lo religioso. Y así como el Estado –a través de sus distintos órganos- no le dice a la Iglesia cómo llevar a cabo el sacramento del matrimonio, así tampoco la Iglesia puede –porque así lo estipula la ley y México tiene un Estado laico- decirle al Gobierno del DF (ni a ningún otro) a quiénes casar y cómo. Ya lo dijo Jesús “A Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César”.
De acuerdo al Catecismo Romano (P.II, cap. 8, n. 3), el matrimonio “es la unión marital de un hombre y una mujer, entre personas legítimas, para formar una comunidad indivisa de vida”. Marital significa que existe el derecho mutuo a la unión física apta para engendrar hijos, es decir, mantener relaciones sexuales con fines reproductivos; al decir un hombre y una mujer, se excluye la poligamia (unión de un hombre con varias mujeres), la poliandria (unión de una mujer con varios varones) y el matrimonio entre personas del mismo sexo; las personas legítimas son aquellas que por ley (natural o positiva) pueden casarse entre sí; indivisa quiere decir que es indisoluble. En síntesis, un hombre y una mujer, que tienen sexo para reproducirse y que deben permanecer juntos mientras vivan.
Partiendo de la definición anterior, los matrimonios religiosos entre personas del mismo sexo no son posibles y, por tanto, estas uniones no podrán contar con el sacramento. Lo que bajo ningún concepto y circunstancia impide que tales parejas puedan contraer matrimonio civilmente en el Distrito Federal.
Si la Iglesia reconoce el matrimonio religioso como el único válido para ella, está en su derecho de hacerlo, pero ello no quita validez ni reconocimiento oficial a los que son realizados en y por el Registro Civil. Lo que no se vale es que sacerdotes –desde el púlpito o frente a las cámaras y micrófonos- nieguen la legitimidad de una voluntad jurídicamente reconocida y que ha cumplido con todos los requisitos de ley, porque no se sujeta a su forma de ver el mundo, así como tampoco es correcto ni legal invitar a la discriminación.
15.- Se argumenta que la sociedad no está preparada para una ley de este tipo y mientras eso no suceda, no debería aprobarse. Una afirmación de esa naturaleza equivale a una postergación por tiempo largo e indefinido, ya que la sociedad mexicana no va a estar lista ni en el corto ni en el mediano plazo. No estar capacitados no nos autoriza a quedarnos sentados mano sobre mano a esperar que mágicamente nos caiga la preparación, sino –por el contrario- implica el reto y la responsabilidad de buscar las herramientas y conocimientos requeridos para enfrentar y resolver situaciones reales y concretas.
No olvidemos que durante siglos la sociedad mexicana no estuvo preparada para los niños estudiaran de forma obligatoria y, sin embargo, la ley lo hizo posible (la Constitución de 1917 establece que la primaria es obligatoria y gratuita) y hoy por hoy la tasa de no conclusión de la primaria es de 9.6 (9.6 alumnos de cada 100 no la terminan).
No olvidemos que la sociedad mexicana, en 1953, tampoco estaba preparada para que la mujer votara y, sin embargo, la ley lo hizo posible y hoy por hoy las mujeres constituyen una fuerza política definitiva.
No olvidemos que a mediados del siglo pasado no toda la sociedad mexicana estaba preparada para la vacunación generalizada y, en algunas zonas, las madres corrían a esconder a sus niños para evitar que fueran vacunados y, sin embargo, la ley lo hizo posible y hoy por hoy miles de vidas infantiles son salvadas.
Hoy, quizá, la sociedad mexicana no está preparada para la existencia de los matrimonios entre personas del mismo sexo y, sin embargo, la ley lo hizo posible y a nosotros corresponde construir lo que en el futuro se recordará de ello.
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