martes, 5 de enero de 2010

EDITORIAL: EN LO QUE NO FALLAN LOS REYES

POR.- LA REDACCIÓN


Los Reyes Magos traen siempre para lo que les alcanzó, no lo que pedimos. Quedan mal con alguien. A veces se tardan en llegar hasta la primera quincena de enero, precisamente porque es menester alargar el presupuesto y, de menos, dejarnos un buen deseo.

Los Reyes Magos se las ingenian para visitar desde las mansiones exclusivas hasta las viviendas miserables, tratando de ofrecer un regalo de esperanza en honor al Hijo del Hombre que, alguna vez, visitaron en un pesebre para ofrendarle la distinción de la sabiduría, el conocimiento y el linaje.

Durante siglos, la fe les ha dispensado la muerte, y Melchor, Gaspar y Baltasar, montados en un elefante, un camello y un caballo recorren las rutas de la tierra, en jornadas de guerra y paz, para que un infante reciba una lucecita anual que aumente la luminosidad de su alma inmortal.

Cuando el niño crece y se vuelve adulto, contribuye al legado de los Reyes y se une para que sus hijos experimenten la magia de estos hombres de Oriente y, por un día, la inocencia se campee en la tierra.

Este año en México, Reyes, padres y madres de familia están golpeados financieramente, pero han hecho una alianza estratégica para echarse la mano y compartir gastos para que la niñez tenga algo junto a sus zapatos y sepa que los sueños, en forma muy extraña, se hacen realidad.

En una sociedad tan deteriorada como la nuestra, no podemos permitir que los inocentes dejen de sonreír y elevar la mirada para buscar la estrella guía de los magos. El sacrificio es alto. No hay salario suficiente. Sin embargo, ¿cuánto vale la sonrisa de la niñez?

Deberíamos dejar de pensar más en la intención que en el obsequio. No se trata de gastar y traer el último grito de la moda. Es curioso, pero a los niños pequeños les entretiene una caja de cartón en vez del contenido luminoso y sonoro del juguete de temporada.

La capacidad de asombro de los pequeños es ilimitada y, desafortunadamente, los mayores nos vamos por la fácil de traerles ostentación y lujo, o en el colmo de la regresión, compramos las cosas con las que nos quedamos con ganas y el día seis de enero, so pretexto de agasajar a los hijos, nos ponemos a jugar en el anhelo retardado.

Las maravillas de los Reyes Magos están en esos instantes inolvidables de expectativa y de descubrimiento al tener en las manos, un presente traído de quién sabe dónde a nuestro hogar, al pie del árbol de Navidad, sobre la cama. Eso es fantástico.

Por ende, no dejemos que la tradición muera y si los Reyes Magos están brujas, pues a poner el hombro y a prestarles una corta; ellos sabrán recompensarnos, pues, los Reyes reconocen perfectamente a los niños y niñas que una vez fuimos, y en el momento menos esperado tendremos una iguala.

Los Reyes, finalmente, invocan a la humanidad que creemos perdida. En eso no fallan, nadie les niega un favor a los Reyes y los Reyes no pichicatean la esperanza. Por eso creemos en ellos.

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