Por.- C. SAMUEL HERRERA
A veces es más interesante la realidad, que un vivir felices para siempre…
Hace una semana me enteré que una pareja que conocí celebraba sus diez años de relación con una “boda no boda”. Me he cansado de leer los periódicos y encontrarme con declaraciones de la iglesia católica en México, de El Vaticano, de los grupos opositores ante la diversidad sexual y de uno que otro mandril pesado (líder de opinión por ser figura pública y tener un espacio en la televisión), respecto al tema de los matrimonios gay en México, si es válido o no, si son normales o no, si tienen derecho o no...
En mis cortos 27 años he cambiado de ideologías y creencias muchas veces. Crecí en un lugar de la provincia jalisciense, lleno de gente frívola y de doble moral. Recuerdo que no tenía yo mi primera eyaculación cuando ya se me presionaba con armarme un futuro –un destino que ni en mis planes estaba a esa corta edad-, ya se me decía que me tenía que casar y tener una familia, ser y hacer como la gente decía que tenía que ser, porque así debe de ser.
Dentro de la sociedad mexicana encontramos infinidad de creencias y tradiciones respecto al matrimonio. El ser humano (hombre y mujer) debe crecer, madurar, ser económicamente estable, casarse, formar una familia y matrimonio ejemplar –aunque no siempre sea en el mismo orden-. Pero qué sucede cuando en este mundo ¿no todos vamos por el mismo camino que ha marcado la sociedad?
Desde la aprobación de las sociedades de convivencia más de una persona me ha pedido mi opinión. Ante estos cuestionamientos mi postura es siempre la misma: todos tenemos el derecho de tener una unión de pareja amparada por las leyes, por todo lo que ésta representa.
Hoy quienes hacen las leyes en nuestro México, han dado un gran paso. Tenemos sociedades de convivencia y ahora se avalan los matrimonios entre personas del mismo sexo. Sí claro, es muy cierto que cuando una pareja heterosexual decide casarse y formar una familia está predestinados a procrear. Me repugnan los comentarios de grupos de derecha que se sienten con la autoridad para opinar sobre la vida de los demás… ¿no dice acaso la Constitución que lo tienen prohibido?
Sí, también todos tenemos el derecho de libertad de expresión, pero también ya lo dijo un grande “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Y ante todo esto, hoy como un homosexual en mis 27 años, apoyo fielmente la ley… pero también quiero ser realista, y esto lo digo de acuerdo a mi experiencia dentro del mundo gay… Hay muchas parejas estables, que duermen en la misma cama y comparten un techo –esto implica los gastos, el mantenimiento, el ser uno solo-.
Mucho se ha satanizado a la sociedad gay en México y el mundo. De ser promiscuos y hasta estúpidamente de ser los causantes de la propagación del VIH. En esta ciudad, me he topado con parejas que sueñan un mundo rosa, una casa propia, amueblada, decorada como lo marcan las tendencias internacionales. Tener una vida en común. Invitar a los amigos a cenas de aniversario, de fiestas de calendario y de sólo por que sí. Y también me he tomado con parejas open mind que viven una relación como cualquier matrimonio, y la sal y pimienta de su relación la da el tener sexo con otros u otras. Están también las parejas que viven como room mates, a las que no les interesa un título, un adjetivo y simplemente comparten su vida bajo un mismo techo.
He escuchado y he comprobado que el llevar una relación de pareja con alguien del mismo sexo es intenso. Pues las cargas hormonales y personalidades pueden llegar a ser tan similares que a veces pueden ser conflictivas… pero vaya hoy puedo decir que una pareja gay tiene los mismos problemas que una pareja heterosexual. Al final del día lo que aquí debe ser importante es el compromiso, el amor, el cariño, la lealtad, para que una relación pueda funcionar no como debe de ser pues no hay normas, sino como tiene que ser para cada uno.
Es el año 2010 y atrás deben quedar las costumbres de la Colonia y el Porfiriato. En una era donde las mujeres ya no necesitan un hombre a su lado para ser madres y llevar una familia, donde ya sin antes haber una ley los papás de dos hombres homosexuales pueden convivir como consuegros, donde las mujeres lesbianas viven en una unión y ambas pueden tener hijos… es ridículo y retrógrada decir que “No son personas normales”, “No irán al cielo”. La iglesia católica en México, la Ortodoxa, el Opus Dei, los Legionarios, el PAN y todos estos grupos de ultraderecha deberían preocuparse por otros asuntos como la pederastia dentro de la iglesia que ellos mismos ocultan, y dejar vivir a los demás y entender que no todos son católicos y deben creer en un Dios, un Infierno, un Cielo y un Purgatorio, nadie les ha dicho que son dueños de la vida de los demás para opinar si está bien o mal una preferencia sexual o estilo de vida.
Alguien se ha puesto a pensar cuál es la estadística de las parejas homosexuales que no son católicas, porque entonces no tienen por qué ir al Cielo. Si ya desde hace unas dos décadas el tema de las parejas gay en nuestro país comenzó a ser aceptado por las propias familias de nosotros, entonces el hacerlo por la vía legal será solamente un soporte, un apoyo para todo lo que esta unión conlleva, ahora, espero que las compañías aseguradoras abran su mente y entiendan que si el mundo europeo y del norte de América se ha abierto a estas posibilidades –claro también viéndolo como negocio, que esto mueve al mundo- y entonces ahora si puedan tener un seguro de vida en común, un plan de retiro, una hipoteca…
Desde el punto de vista humano y civil tenemos todo el derecho de vivir nuestra vida como nos plazca, tenemos el derecho de tener leyes que nos protejan, que nos amparen y nos den un lugar, porque los gays también pagamos impuestos, también tenemos IFE. Es cuestión de libertad y derecho a dejar vivir, si el mundo gay en México está satanizado por una o por otra, es asunto de nosotros, al igual que es asunto de los grupos de ultraderecha a los cuales también se sataniza por retrógradas y realizadores de cultos secretos, pero claro como ellos llevan una vida como su Dios manda entonces no hay problema.
Todos tenemos un Dios, todos creemos en algo, todos tenemos relaciones sexuales, todos somos humanos y soñamos y queremos vivir en pareja y tener una vida tranquila lejos de recriminaciones y etiquetas… Somos seres humanos.
Alguien dentro de estos grupos que velan por el bienestar e integridad del ser humano, se ha puesto a pensar en ¿cómo es la vida de un gay en la edad madura? He escuchado historias de hombres y mujeres que envejecen solos, pues sí no se puede adoptar hijos aún y no todas las lesbianas o gays tienen hijos… Dentro de esas historias una vez escuché que cuando un integrante de la pareja murió la familia casi despedaza al que quedó en ese hogar, le quitaron todo, lo dejaron en la calle. Tengan sentido común ¿necesitamos leyes que amparen a una pareja gay?
El tema de la adopción y la “familia” como modelo es un tema aparte. Pero entonces una pareja heterosexual casada como Dios y las leyes mandan, pero que no tienen hijos ¿no son una familia? Dos personas hacen una familia les guste o no, por el simple hecho de que en esta era nuestra familia se construye por los amigos, las propias familias de una pareja integrándose, los hijos de nuestros amigos se convierten en sobrinos y nosotros nos convertimos en los tíos sonsacadores y consentidores… eso señores de Provida, de la Iglesia, de El Vaticano, es una familia.
Tenemos el derecho y la libertad.
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