Por.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Conociendo al grueso de los creyentes citadinos de San Judas Tadeo y su peculiar manera, basada en la ignorancia, de confundir asado con quemado me lancé a la peculiar tarea de responderme algunas interrogantes sobre el culto del afamado Santo.
Por principio, he decir que el Templo de San Hipólito y San Casiano fue construido exactamente donde, según la tradición, en 1520, los conquistadores españoles sufrieron las mayores bajas al huir de México Tenochtitlan por la calzada México-Tacuba. Fue tal la masacre que casi de inmediato los iberos tuvieron en mente señalar el lugar con un monumento a la memoria de los caídos.
El 13 de septiembre de 1521, Hernán Cortés y sus tropas, tanto españolas como indígenas aliadas, toman Tenochtitlan, precisamente el día dedicado por el calendario cristiano católico a San Hipólito y San Casiano.
En 1524, empezaron los trabajos para la edificación de una Ermita dedicada a San Hipólito, en el predio llamado de Garrido.
El templo inició su traza en 1599 y se concluyo a mediados del siglo XVII.
El altar mayor tuvo una escultura de madera del Sagrado Corazón de Jesús, otra del Sagrado Corazón de María y una de San Hipólito.
El 9 de febrero de 1931 fue declarado Monumento Nacional.
A consecuencia de la construcción de la estación del metro Hidalgo, en 1972. el altar mayor fue modificado.
Una escultura de San José con el niño Jesús en brazos, e imágenes de bulto de San Hipólito y San Casiano integraron el nuevo altar.
Sin embargo, la figura de San Judas Tadeo alcanzó el top ten de popularidad y por esas rarezas de la fe, los feligreses convirtieron el templo en el de San Juditas. O sea, el Santo de las causas imposibles le dio bajón a la corte celestial y sentó sus reales, moviendo a los fanes a celebrarlo cada día 28 de mes.
Como curiosidad, pasando la avenida y en terreno de la Alameda Central, enfrentito, pues, estaba uno de los quemaderos de la Santa Inquisición.
¿Y quién fue el tal Judas Tadeo?
Judas Tadeo fue hijo de María Cleofas, prima de María, madre de Jesús. Para diferenciarlo de Judas Iscariote, el traidor, fue identificado como Tadeo. Judas significa en hebreo “alabanzas sean dadas a Dios” y Tadeo, “valiente para aclamar su fe”.
La Iglesia celebra a San Simón y a San Judas el mismo día: 28 de octubre porque se suponía que en vida, estos hombres siempre anduvieron juntos en la propagación del cristianismo.
Judas Tadeo fue hermano de sangre del apóstol Santiago, el menor, y primo sanguíneo de Jesús.
A la muerte de Jesús, Judas Tadeo trabajó diez años en Mesopotamia, divulgando la palabra de Cristo. Al regresar al Primer Concilio de los Apóstoles en Jerusalén entabla amistad y ministerio con San Simón y juntos parten a Libia.
Simón y Judas Tadeo sufrieron tormento y martirio en la ciudad persa de Suanis.
A Judas Tadeo lo golpearon con una cachiporra en el cráneo, le cortaron la cabeza con una hacha y sus restos, en teoría, descansan en El Vaticano.
Judas Tadeo es considera el autor de la carta que lleva su nombre, integrada al Nuevo Testamento de la Biblia Cristiana.
La simbología iconográfica del santo está constituida por el medallón que porta en el pecho y que es la efigie de Jesús para recordar su vínculo físico y espiritual con el Maestro; el garrote refiere al instrumento con que fue atormentado; la llama de fuego en la frente señala que estuvo en Pentecostés, es decir, recibió el Espíritu Santo, y redactó un libro canónico; la túnica blanca y la capa verde dicen que fue nazareno y depositario de esperanza.
La devoción a San Judas Tadeo es mundial, no obstante, en las últimas décadas, en la capital mexicana, el credo ha mutado a una especie de secta para jóvenes delincuentes o que viven en el extremo del riesgo, vinculándose peligrosamente a la idolatría perversa de la Santa Muerte.
Hoy, San Judas Tadeo, sirve para pedirle cosas que ningún mexicano cuerdo le pediría a la Virgen de Guadalupe, por ejemplo. De esta manera, las causas perdidas o imposibles se han convertido en sinónimos de delito, muerte y perjuicio al prójimo, en una copia trasnochada del seguimiento a María Auxiliadora, la virgen de los sicarios colombianos.
La excentricidad de la veneración raya el carnaval con los hombres y las mujeres que se visten como el Santo para pagar una manda o la competencia por tener la escultura más grande de San Judas Tadeo y llenarla de accesorios, acordes a los favores recibidos.
Lejos de una convicción religiosa, a estos jóvenes los mueve la superstición y la reducción de los misterios divinos a amuletos y talismanes en serie.
La mayoría, probablemente, jamás se ha preocupado por indagar el origen del santo y menos leer la Biblia, pero no duda en ponerse la playera estampada, el dije, la pulsera, el listón en caso de urgencia, cayendo precisamente en uno de los puntos fundamentales que atacó Judas Tadeo: la herejía pagana.
Para comprobar lo anterior, sólo vaya, si la multitud lo permite, un 28 de mes a la avenida Hidalgo número 100 esquina con la primera calle de Zarco y contemple lo amargo de mis palabras.
No obstante, es menester reconocer que estos neojudistas, son un porcentaje, más no la totalidad de los creyentes de San Judas Tadeo que siguen fielmente su doctrina.
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