sábado, 7 de noviembre de 2009

ASUNTOS EXTRANJEROS: OTRA PESADILLA AMERICANA

Por.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Era un día cualquiera, como cualquiera puede ser un día en una base militar estadounidense, para ser exactos: FORT HOOD, TEXAS.

Decía que era un cualquiera en la base de caballería mecanizada, uno de las mayores del país y un enclave de seguridad absoluta, o al menos, eso pensaban los jefazos del ejército gringo.

El mayor Malik Nadal Hassan despertó. El Comandante y Psiquiatra del ejército y se preparó para hacer un cambio radical en la vida castrense de los Estados Unidos.

Nadal Hassan, musulmán de origen palestino, se enlistó a pesar de las protestas de familiares y estaba a punto ser trasladado a Irak.

Con 39 años de existencia, Malik atendía a soldados veteranos de Irak y Afganistán, quienes, por el origen del médico, no evitaban ciertas manifestaciones de rechazo a su cercanía y se desató el acoso.

Según testimonios familiares, Malik Nadal había contratado un abogado para desligarse del ejército, aunque el proceso significara el regreso de dinero al Estado por su baja prematura.

Para sus conocidos, el profesional nunca dio indicios de una actitud agresiva o de un desequilibrio emocional.

Eso creía minutos antes que gritara “Aláhuk Akbar”, Dios es grande, y comenzara disparar a los soldados de la base, matando a 13 personas e hiriendo a 30, entre estas, una mujer latina embarazada.

Después de la sorpresa inicial, el Psiquiatra fue reducido con cuatro certeros disparos. En la confusión informativa, Bob Cone, Comandante de la Unidad Militar, dejó entrever que el atacante había muerto.

Más tarde se informó que Malik Nadal se encuentra inconsciente conectado a un pulmotor, dentro de las instalaciones de la base a la espera de una reacción conciente.

Como una macabra coincidencia el homicida múltiple creció en Virginia y estudió en Virginia Tech, donde se registrara el peor tiroteo de la historia de los Estados Unidos con 32 muertos, en 2007.

Residente en Washington, Malik asistía al culto en una mezquita, cuyo imán Faizul Khan lo califica de “aficionado” a la fe y sin ninguna evidencia extremista.

Al trasladarse a Texas tampoco se encontraron pistas de una conexión terrorista y las investigaciones con los testigos y los heridos son apresuradas por la intención del Gobierno de evacuar la base y mandar a la gente a su casa.

Hasta el momento es imposible determinar qué empujo a un hombre instruido a tomar la decisión de atentar contra sus compañeros.

El FBI descartó que se tratará de un ataque de terrorismo suicida, sin embargo, la falta de datos no logra eliminar esa hipótesis.

El Presidente Barak Obama externo que si de por sí perder soldados en el extranjero es una tragedia, mucho más horrible es perderlos en su país y se comprometió a contestar todas las interrogantes de esta extraña pesadilla.

No es el momento para emitir juicios o prejuicios, simplemente meditar hasta dónde está llegando el horror de los fundamentalismos; tanto políticos y religiosos. La sangre derramada no alaba a ninguna deidad ni sostiene ningún argumento de poder.

Otra vez los Estados Unidos padecen el látigo de la violencia interna como resultante del juego macabro instalado en los países víctimas por la democracia de la Casa Blanca.

Otra vez la muerte escupe la práctica política.

Otro vez los muertos se cuelgan de la conciencia nacional.

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