jueves, 26 de noviembre de 2009

ASUNTOS EXTRANJEROS: RATONES, ESPÍAS Y AMÉRICA LATINA

Por.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Mientras los Estados Unidos encuentran el hilo negro que deshaga los conflictos internacionales en los que se metió, presumiendo ganancias financieras y la intimidación del mundo, la mal llamada América Latina, incómoda con el vacío de poder, empieza a jugar un triste y fatalista juego de espías, de burda calidad y capacidad barata.

Primero fue Honduras y el escandalito carpero del golpe de Estado, los sapos y culebras entre el presidente depuesto y el impuesto, la mano blanca de Lula da Silva, y un largo paréntesis en que el espionaje sale mentado, sin aportar más pruebas. Nomás para subir de nivel la discusión y el mitote.

Siguiendo en la tónica de entretenerse mentándose la madre, Venezuela, Colombia, Perú y Chile sacan a relucir una larga cuenta de acciones ajenas a las relaciones internacionales aceptadas, y se cargan a conseguir información vital de los adversarios para, luego terminar cogidos en la movida y despotricar hasta calabazas por el soberano derecho a la información.

A simple vista, el espionaje en Latinoamérica no deja de ser otra postal del folklore de la zona, sin embargo, algo muy grande se cuece en la región.

Es claro que un payaso siniestro con dinero es más peligroso que uno pobre, y Hugo Chávez, a punta de dólares, apoya a las guerrillas y las facciones terroristas de los vecinos, pretendiendo elevarse como el cacique de esa caricatura vendida como “revolución” bolivariana.

Colombia, por reacción y voluntad, entra en el aro de los secretos robados para proteger la seguridad nacional y devolver algunas mierdas recibidas en el proceso. Después de todo, en términos militares, los colombianos están mejor preparados que los monigotes venezolanos, aunque estos insistan en pisarles los callos, interviniendo discretamente en asuntos de competencia interna.

Perú es un país pobre que se mueve por donde sopla el viento de los patrocinios y estratégicamente vale tenerlo de aliado en caso que el divisionismo latinoamericano lo requiera, por ende, encubre y es víctima del ajedrez político circundante, esperando que los ramalazos no vengan muy pesados y alguna ventaja se gane con el despiporre.

Chile, la economía más estable de Sudamérica, es atraído a estas danzas por el contra peso que significa frente a fórmulas aparatosas, propagandísticas y sospechosamente eficaces como las seguidas por Brasil, que tiene alelado a la izquierda “progre” continental que no deja de elevar alabanzas y plegarias por el estadista da Silva, que viéndolo en close up ya no es tan efectivo.

Los nexos diplomáticos, desde que la civilización nació, han tenido una fuerte dosis de espionaje y cualquier embajada del mundo, detrás de los títulos de agregados, cobija a expertos espías entrenados para conseguir información vital del país en que se encuentran para enviarla al poder central. Así ha sido, es y seguirá siendo. No obstante, una tradición de oro tiene que ser atendida: la discreción. Un espía profesional no es tomado in fraganti, trabaja a la luz sin despertar sospechas, precisamente porque para eso ha sido preparado.

La crisis de los espías descrita en estos párrafos contempla dos horizontes a resolver: los intereses económicos de las naciones y el eventual ardid militar traicionero.

La ausencia de los Estados Unidos ha facilitado que el dictador que, todo político tropical lleva dentro, juegue con el control de esta porción del planeta e instaure su nombre en letras de oro, dentro de un esquema ridículo tribal.

A México ni quien lo pele debido a la patética política exterior del gobierno federal, que ha modificado la percepción de los países de ser “el hermano mayor de América Latina”, a ser el hermano idiota, que no se toma en cuenta, que está anulado.

Aunque existen rumores que la Secretaría de Relaciones Exteriores de México tendrá un titular de relevo, se ve complicado que en tres años, las relaciones internacionales mexicanas inclinan la balanza a ser tomadas en cuenta en los foros multilaterales de la región. El daño de las presidencias de Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón es irreversible en el corto plazo.

Cuba ya tiene suficientes complicaciones internas y con la relación bilateral con los Estados Unidos como para meterse en mayores desgracias, a menos que sea con la invitación ex profeso del retorcido Hugo Chávez y compinches,

Las bengalas y los carnavales políticos de tres cuartas partes del continente sólo podrán resolverse con el retorno del poder central de Washington y con una propuesta coherente en cuanto a las expectativas de la Casa Blanca para su vital zona de influencia, en tanto, Barack Obama se presente titubeante a los reclamos de nuestros pueblos, cualquier emplumado va pretender ser Quetzalcóatl.

En la ausencia del gato, los ratones juegan al espionaje.

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