lunes, 16 de noviembre de 2009

MALA LECHE: ¿NO QUE ERAN CARNALES?

Estaban chupando tranquilos, bailando de cachetito y prometiéndose ser sangre en sangre, y zas que comienzan las mentadas, que tú, que yo, que qué fue de los besos que te di, y los empresarios y el presidente acabaron de la greña nada más por no ponerse de acuerdo en quién iba a pagar la cuenta. Para joderla más, que llega el títere de la temporada, César Nava, hablando de libertad de expresión y respeto al derecho ajeno, y la trifulca se puso peor; de plano los empresarios ya empezaron a contabilizar los daños de poner a Calderón en Los Pinos, y las sumas no salen. Lejos de mejorar, al estilo del number one Carlos Slim, el grueso de los billetudos no más sienten las tostadas de pata que les está aplicando Felipe y no tardan en soltar madrazos.

En otra fiesta, aprovechando el puente de la Revolución, los diputados suspendieron la discusión del presupuesto federal para 2010, alegando el estudio detallado del documento; la neta es que van a agotar, otra vez, el tiempo legal para que, en corto, según dicten los mini dioses partidistas, palomeen a gusto cuanta barbaridad les pongan. Ellos no están para perderse el reventón en cosas que, por lo menos, tres cuartos de los presentes no entienden por su semialfabetismo, y que siga el dancing.

Ya medios persas, algunos enemigos políticos del, alguna vez, Jefe Diego se acordaron de unos molestos arbolitos que tuvieron a bien quitar los encargados de poner bonita la Hacienda del notable, y andan levantando olas con el medio ambiente, la ecología, la revuelta verde y, como Juanito Manzanas, ahora se preocupan por un México de exuberante vegetación y delirios similares. Si el punto es ponerle unos cates, que lo hagan con mayor inteligencia. Eso les pasa por andar bebiendo mezcal diluido con aguarrás.

Berreando canciones de adoloridos, el Sindicato Mexicano de Electricistas seca sus lágrimas cuando recuerda eso de “te prefiero compartida antes que verte perdida” y, pues, haciendo tripas corazón, por un lado, muestran la cara salvaje y, por otro, negocian una recontratación con la Comisión Federal de Electricidad, no vaya siendo que efectivamente los despidan y luego qué hacen. El tiempo no está para conciencia de clase u orgullos proletarios. Todo sea por paz.

Con total discreción, la muerte súbita de Sergio Humberto Ortiz Juárez “El Apá”, presunto líder de la banda de secuestradores y conexos de la Flor, pasó de noche y sus restos están depositados en un panteón de la zona centro de la Ciudad de México. Por obvias circunstancias, las causas judiciales quedan concluidas, y víctimas y familiares se quedan con el hondo dolor de no haber alcanzado la justicia de los hombres. Un deceso típico en la cofradía de secretos de las fuerzas de seguridad pública mexicanas.

El Instituto Mexicano de Competitividad calificó con 6.5 puntos a la educación primaria y secundaria a razón de que los profesores sólo hacen horas-nalga o desbarajustes públicos en lugar de dar clases, actualizarse o, de menos, cubrir sus propias carencias educativas. A este paso no nos extraña que el futuro de México no sepa dónde está su país o a qué población pertenece. Como lo expresó Carlos Fuentes: los escritores han dejado de ser la voz de la sociedad, los Dodos agregando, porque no saben escribir y andan publicando cada libro de afrenta al simple intelecto. Efectivamente con “chido” y “güey” no se puede componer una obra maestra de la literatura.

Al calor de la beberecua, los expertos universitarios no podían fallar en teorizar la solución al conflicto del narcotráfico en México, que ya cuenta con quince mil muertitos y creciendo. Los académicos levantaron los vasos y dijeron: para acabar con los delincuentes es necesario pegarles en el dinero; la estructura financiera está intacta. Después de esas sabias palabras, nos preguntamos qué pasa si el narco y el grillo es la misma persona o si la economía de varios estados depende de los beneficios de la venta de drogas. Los villegas están completos, no por falta de ganas sino por querer hacer más. La sangrienta disputa entre el gobierno y los carteles no es para terminarlos; es para que no haya competencia desleal en acuerdos pactados de viejo.

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