sábado, 10 de octubre de 2009

EDITORIAL: EL NOBEL DE LA PAZ 2009

El Instituto Nobel de Noruega otorgó el Premio Nobel de la Paz, al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, por sus esfuerzos extraordinarios para reforzar la diplomacia internacional y la cooperación ente los pueblos, convirtiéndose en el tercer mandatario en activo distinguido con dicho galardón, después de Theodore Roosevelt (1906) y Woodrow Wilson (1919).

La generación de un clima nuevo en las relaciones internacionales, según los criterios dados por el premio, a partir del ingreso de Barack Obama a la Casa Blanca ha permitido que la Organización de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales de peso político recuperen posiciones y alienten un protagonismo activo.

Los Estados Unidos, en la administración Obama, se han concentrado en un papel de proponer caminos viables para encarar el cambio climático y las consecuencias de éste para el futuro de la humanidad.

El Premio Nobel de la Paz está dotado con diez millones de coronas suecas (1.4 millones de dólares) y se entrega el 10 de diciembre, fecha del aniversario luctuoso de Alfred Nobel, su fundador.

Bien a bien, no se explica, a partir de los argumentos dados por el jurado, cómo Barack Obama es Nobel de la Paz, precisamente, cuando Estados Unidos, heredado por la abominable administración de George. W. Bush, se dabate en los conflictos bélicos de gran envergadura como la presencia militar en Afganistán y la ocupación bélica de Irak, sin contar las decenas de controversias violentas en el orbe auspiciadas, activadas o protagonizadas por corporaciones de barras y estrellas.

Curiosamente, en la política exterior de la actual Casa Blanca es donde se encuentra una de las flaquezas del presidente demócrata y uno de los puntos críticos menos trabajado por el gabinete. Barack Obama se ha limitado a dejar hacer y dejar pasar, en tanto logra poner un poco de orden al caos degenerado por el clan Bush.

Es evidente que el Nobel es un respaldo internacional a la transición política y étnica ocurrida en Washington, sobre todo, cuando la ofensiva del conservadurismo republicano y la ultra derecha empiezan a hacer olas y enrarecer el ambiente con acusaciones, dignas de la histeria anticomunista de 1950.

En este sentido Europa ve con buena voluntad la posibilidad de ablandar el fundamentalismo alcoholizado del último presidente norteamericano y aplaude la decisión nacional de atreverse a un cambio sin parangón inmediato.

A través de Barack Obama se efectúa un homenaje a los miles de hombres y mujeres de color que ofrendaron sus vidas desde la fundación del país hasta el presente por legalizar y legitimar una igualdad de oportunidades, de respeto, de equidad y de justicia, por encima de la pigmentación de la piel.

En el Nobel de Obama resuenen las voces de la esclavitud, de Abraham Lincoln, de los caídos en la guerra de Secesión y en todas las batallas de la historia estadounidense, de Martin Luther King y renombrados líderes de sus comunidades radicales o no, que construyeron la escala por la que subió Obama al poder.

En la acotación mordaz, podría decirse que el Premio Nobel de la Paz le fue dado a Barack Obama por “negro”. Sin embargo, en esa insensatez yace un poco de verdad; de la verdad histórica del costo humano que ha significado para la primera minoría mayoría de los Estados Unidos alcanzar de “iuren” la reivindicación ciudadana.

En ese hombre: Barack Obama se cifran las expectativas de la civilización para cambiar de rumbo y encontrar un punto de equilibrio entre el discurso democrático y la práctica de los principios fundamentales de convivencia humana.

En nombre de la Paz, que así sea.

ATENTAMENTE

EL ÚLTIMO DE LOS DODOS



3 comentarios:

Juan González dijo...

En efecto, creo que ese premio se lo ganó por el hecho de ser negro, pero en realidad que ha hecho ?. Si se trata de repartir premios a lo wey creo que la maestra Elba Esther también debería tener un Nobel de Medicina por descubrir la influenza "AHLNL".

Al terminar el artículo creo que te despegas un poco de la realidad, un Nobel finalmente no cambia nada, ese Nobel no es más que parte de una estrategia para mantener una buena imagen de nuestro vecino negro.

Saludos

Héctor Márquez dijo...

En este caso debemos considerar que B.O. ha trabajado proyectos importantes como la salida paulatina de las fuerzas armadas Norteamericanas de tierras Orientales. Otra buena iniciativa fue el cese de actividades en Guantánamo.

Pero a mi punto de vista eran tareas atrasadas, comrpmetidas hace décadas con el órden social.

Veámoslo desde la óptica de que le dan un premio por ejecutar o mejor dicho corregir la política altamente capitalista y de negocio (no por decir negligente) de su predecesor.

Es sumamente valioso pero no merecedeor de la presea.

Héctor Márquez

Héctor Márquez dijo...

Evidentemente esperamos que el prestigioso premio sea a nivel conceptual el emblema y el concepto motor que impulse la idea de paz, la idea de cambio.

HMV.