Cuando el ciudadano cree que nada lo puede sorprender de parte de las autoridades, en general, no falta el gracioso que rompe el saco y jala el conejo de la chistera, demostrando el nulo funcionamiento mental de los burócratas.
Resultó que Mario Delgado, Secretario de Finanzas del Gobierno del Distrito Federal, al comparecer ante la Asamblea de Legislativa (ALDF) solicitó la revisión inmediata de las tarifas con las que actualmente se paga el suministro de agua potable a la ciudadanía y a las empresas. Precisamente, cuando en las Delegaciones de Milpa Alta, Xochimilco, Tláhuac,Iztapalapa, Benito Juárez y Miguel Hidalgo padecen desabasto del vital líquido y se cuestiona su calidad mínima para el consumo humano.
Haciendo alarde del proselitismo político y no de un conocimiento real del problema, el fulano aseguró que el alza se haría considerando la infraestructura y el consumo de cada colonia, es decir, que de acuerdo el sapo será la pedrada. Sin embargo, profetizó que casos como Iztapalapa, no tendrán el mismo costo que para Benito Juárez y Miguel Hidalgo; espacios citadinos en manos de la oposición y baluartes de la rancia clase media y clase media alta.
La lucidez de la propuesta considera que quienes menos la usen, obvio, pagarán menos, y los que tengan por costumbre usarla a diario, pues tendrán que ponerse guapos con el respectivo metálico. El argumento de venta es una belleza: cada metro cúbico le cuesta a las autoridades (con dinero del pueblo, no crea) veinte pesos, en tanto el contribuyente sólo desembolsa tres pesotes en promedio; siendo la diferencia puesta honradamente por el subsidio gubernamental respectivo.
¿Y ese subsidio gubernamental quién lo nutre? ... La ciudadanía, por supuesto. Esto da derecho a que las Secretarías de Estado y los notables miembros de la clase dominante no paguen contribuciones no haya valientes que lo cuestionen. Todo, eso sí, por el bienestar de los que menos tienen.
Advirtiendo que con el Gobierno Federal quemándoles las patas, el gobierno capitalino desea hacerse de mayores recursos por aquello del no te entumas, han decidido meterse en la boca del lobo con un insumo esencial en la vida cotidiana de la megalópolis, sin considerar las aristas exclusivas de su competencia que no han podido o han querido resolver.
Atacar frontalmente a los sectores de fuerza financiera no va ser lo mismo que darle largas a las masas y la decisión, si se respalda, traerá inevitablemente a los partidos de oposición listos para deshacerse de la presencia urbana del PRD, a pesar del disfraz de comparsa que carga Acción Nacional al simpatizar con tremenda metedura de pata.
Un principio de administración pública reza: la distribución equitativa de los dineros, de tal forma que se cubran las necesidades básicas de la población, y si fuera necesario sacrificar renglones no prioritarios al interés general. Pasando lista a ojo de pájaro, el Gobierno del Distrito Federal ha gastado millones en acciones sin mayor trascendencia que no sea el lucimiento del grupo en el poder o por su real y absoluta gana.
Amedrentar con el agua es una maniobra sucia y carísima en términos políticos. Advirtiendo de antemano, que los contribuyentes que han sufrido por el suministro del vital líquido no están precisamente dando saltos de alegría, de extender el descontento, el panorama (honda afectación para las aspiraciones presidenciales de Marcelo Ebrard) se enrarecerá, moviendo las estructuras del monopolio político de la Ciudad de México.
Va una pregunta al aire ¿cómo le van a explicar y compensar a los nuevos dueños de inmuebles en las colonias de mayor desarrollo, que han pagado la millonada por tenerlos, que se han ganado la rifa del tigre y que si hoy no tienen agua, por que no llega, cuando la reciban les costará el alma, sólo por vivir en una colonia “decente”? ¿Se quedarán de brazos cruzados?. El contribuyente serio tiene un límite, no lo violenten.
Neta, si nos la van a cantar, no la chiflen; primero la satisfacción del agua y, después, marcan adeudos ajenos
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