Por enésima ocasión hemos perdido al Dodo Pambolero, que no deja de celebrar en su peculiar manera, la clasificación de la Selección Mexicana de Fútbol a la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010.
Si el balompié es microcosmos de una sociedad, lo sucedido hoy en el Estadio Azteca debe de ser una lección de vida para el país. Dos hombres viejos para el rendimiento deportivo, pero con la experiencia y el colmillo que dan los años: Cuauhtémoc Blanco (36) y Francisco Palencia (37) junto a una generación veinteañera de jugadores campeones del mundo sub-17 y los equilibrios maduros habituales, le ha dado al pueblo un momento de alegría inolvidable por el principio elemental de no rendirse y no achicarse frente a la adversidad; supieron encontrar la unidad en el momento indispensable.
Quizá no seamos una nación de éxitos fáciles, pero tenemos esa vocación de levantarnos cuantas veces sean necesarias para conseguir respeto y no salirnos del avance de la historia. Por ello, somos un pueblo aparte, incomprendido para el extranjero, y complicado para sí mismo. No obstante, cuando nos proponemos alcanzar el consenso, lo logramos con creces, aun por encima de quiénes cínicamente dicen ser nuestros representantes.
México estará en Sudáfrica en un año capital en nuestra memoria colectiva y esperemos que eso estimule a la Selección a pensar y conseguir lo imposible: la Copa de Copas.
Esta noche los mexicanos dormiremos con una sonrisa: la de los sueños bonitos.
ATENTAMENTE
EL DODO DE GUARDIA
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