En la mañana de este viernes 23 de octubre de 2009, Yasuric Sac-Nicté Pool Mayorga fue liberada en el Centro de Readaptación Social de Chetumal, generando un aleteo entusiasta de LOS DODOS, sin que esto signifique que se retracten de lo aquí escrito en contra del Gobernador, la Iglesia Católica y las instancias legales correspondientes que la hicieron vivir una experiencia amarga, además de la perdida de su hijo. LA REDACCIÓN
Yasuri Sac-Nicté Pool Mayorga es una mujer mexicana de origen maya de 22 años de edad, que perdió a su hijo en un parto prematuro, pero por esas cosas que sólo suceden en México, fue a dar a la cárcel por un error técnico legal.
La Procuraduría de Justicia del estado de Quintana Roo la acusa de aborto, que bajo las modificaciones reaccionarias del Código Penal de la entidad, es homicidio doloso calificado con una pena de treinta años de cárcel.
La encarcelada es madre de dos hijos pequeños y residente de Sabidos, municipio de Otón P. Blanco, y para el Ministerio Público, cómo no, está plenamente comprobada la culpabilidad de la homicida y tiene que recibir la pena legal correspondiente.
Lo que no se divulga es que los cambios al Código Penal de 2009, en ese rubro específico, respondieron a una petición y al contentillo de la Iglesia Católica, interesada que los ejemplos de pecados mortales de la Ciudad de México, no lleguen a este paraíso tropical y menos a los grupos indígenas marginados de justicia y malicia, y fueron avalados por las diputadas.
Félix González Canto (Gobernador del Estado) ha toreado a la Comisión Estatal de Derechos Humanos y, en tanto no se conozca al nuevo titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, una mujer es convertida en un castigo viviente para todas las mujeres que pretenden alcanzar una libertad plena de su cuerpo, su sexualidad y su capacidad de dar vida.
La causa judicial tiene que revisarse a fondo objetivamente y no vincularse a una disposición del gobernador para no importunar a la ciudadanía de Quintana Roo con nimiedades enjuiciadas por dios y el hombre, o distanciarse de los benditos curas.
La desidia judicial en Quintana Roo es común al resto de la Federación, con la excepción del Distrito Federal que parece ser en materia de legislación sexual una isla democrática, pues, pese a todas las intentonas de la derecha y el clero que son casi uno mismo, la posibilidad de un aborto sin persecución oficial es una realidad.
Pero, en las tierras alejadas del sentido común; sujetas a un feudalismo inmortal, el ser mujer no es precisamente una ventaja, al contrario, podemos afirmar que es una ofensa constante a las garantías constitucionales del individuo, gracias al extensión y peso de la hegemonía masculina de uso y costumbre.
En la cercanía de los mitotes estatales por el bicentenario de la imposible independencia y el centenario de la revolución institucionalizada, todavía hemos de agregar las deudas históricas a la igualdad, respeto y legalidad de nuestras mujeres, pilares olvidados, vilipendiados y martirizados por el glorioso sexismo y machismo autóctono.
El caso Yasuri Sac-Nicté Pool Mayorga es uno más en el rosario de oprobio elaborado por la Iglesia Católica y los grillos trinqueteros para someter al yugo de género a más de la mitad de la población del país sin oportunidad de protesta o derecho de réplica. El barbarismo ideológico de que mujer es sufrimiento, en manos de estos fulanos es una verdad amarga escrita en letra escarlata y sambenito de herejía.
No se trata de clamar inocencia o culpabilidad a priori, únicamente, de permitirle a una mujer, en condiciones de desventaja, la oportunidad de exponer motivos, aportar pruebas y recibir el trato humano indispensable; no de preparar el cadalso nada más para no afectar a los representantes de un hombre extraordinario, que vivir aquí y ahora maldeciría a estos vivales, traidores de su credo.
LOS DODOS CLAMAMOS UN JUICIO IMPARCIAL.
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