En política, la fuerza de mi adversario es mi fragilidad. Sin sorpresas mayores, las elecciones intermedias en Tabasco y Coahuila dieron cuenta de la recuperación completa del Partido Revolucionario Institucional y de la absoluta dependencia del Gobierno Federal a pensar, dos veces antes de resolver una dificultad que moleste a la casta sagrada de los dinosaurios, los nuevos señores del cetro real.
En estas condiciones el mensaje es claro para Los Pinos: o Felipe Calderón se va amansando, o en una de esas, despierta en la calle. Aunque es prematuro imaginar el 2112, es un hecho que el neopanismo no tardará en teñir la playera del neopriísmo porque esté sí gana, premia y se han convertido en el poder real detrás del trono.
Es casi un hecho, el surgimiento y la aprobación de una propuesta a modo del tricolor en materia tributaria y un largo desglose de caminos para cobrar el dinero indispensable para la burocracia, por encima de la apuesta del Ejecutivo. No por falta de ganas, pero el Partido Acción Nacional no le alcanza a la Presidencia de la República para cumplir sus antojos gobiernan pero, en apariencia.
El Partido de la Revolución Democrática tiene que tender puentes con su padre natural, antes que se deshaga en el cataclismo de las muinas y los grupúsculos, si desea una porción de reivindicación elemental.
El PRI le dio vuelta a la tortilla y ha sabido aprovechar cada error del calderonismo que persiste en romper record mundial de inutilidad. En adelante, a temblar por que el priísmo regresó de la muerte con algo siniestro que aun no se ha rebelado. El costo, lo iremos describiendo como se vaya presentando.
Pobre México, tan cerca de su pasado y tan lejos de la verdad.
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