domingo, 25 de octubre de 2009

SIMULACIONES REPRESENTATIVAS: EL DÍA QUE MATARON A KENNEDY

Por.- EL DODO DU CINEMA

Como ya se habrán dado cuenta, esta sección de recomendaciones cinematográficas (en video o blu-ray para estar al día) no es el trillado espacio de lo “nuevo” o lo “por venir” de la cartelera sino propone una revisión a GRANDES PRODUCCIONES que por razones de dólares, pasan sin pena ni gloria por las imitaciones baratas de locales de cine, pero que guardan los valores esenciales del séptimo arte y no la reverencia por los catálogos de efectos especiales o las historietas sentimentaloides tan de moda para la masa pueblerina.

¿Cuáles son los valores esenciales del cine? Contar una historia a través de los recursos a su alcance y generar en el público una reacción: Reflexión, crítica o maldición. El resto es adorno, publicidad y mercadotecnia. Sin embargo, el grueso de las producciones actuales se va por el lado del negocio y no por la propuesta artística, que no deja ganancias por el poco entrenamiento a lo diferente en la audiencia. El cine, el buen cine, pone a pensar; no hay de otra. Como el ejemplo que les traigo en esta entrega.

Laurence Fishburne, Heather Graham, Anthony Hopkins, Helen Hunt, Ashton Kutcher, Lindsay Lohan, Harry Belafonte, William H. Macy, Demi Moore, Sharon Stone, Elijah Wood, Martin Sheen entre otros actrices y actores de importante nivel fueron convocados en el año 2006 para recrear, bajo la dirección de Emilio Estévez, una fecha imborrable en la historia democrática de los Estados Unidos: el 6 de junio de 1968, el día en que, en la cocina del Hotel Ambassador, un fanático, Sirhan Bishara Sirhan, disparó a quemarropa contra Robert Kennedy, tras haber ganado las elecciones primarias de California, que lo ponían en la ruta de la Presidencia, ocasionándole una muerte casi instantánea e hiriendo a otras personas.

En una especie de mosaico, el guión del mismo Estévez, pone a diferentes personajes reales y ficticios en las horas previas al magnicidio, logrando una síntesis ideológica de la época y una atinada relación humana entre el trasfondo del poder en juego y la vida cotidiana de gente inmersa en una rutina a punto de reventar.

Las subtramas de “Bobby”, el nombre en inglés de la película, son posibles e introducen al cinéfilo en la atmósfera de los años sesenta y, principalmente, en el símbolo de unidad y posibilidad de cambio que Robert Kennedy, hermano del también asesinado presidente John F. Kennedy, representaba para los ciudadanos progresistas de la nación. Sin arengas políticas, en la edición, Richard Crew, une las actuaciones con el material visual de la época dando una continuidad impresionante en tiempo y espacio, como un gran reportaje periodístico.

A unos cuantos días de la demolición del Hotel Ambassador, la producción consiguió permiso para filmar en él y comprar la utilería original pertinente, cerrando casualmente un ciclo con la dramatización del crimen ahí ocurrido. Al caer las piedras, la leyenda se planta en la eternidad.

Por ende, la película tiene un dejo de autenticidad y una preocupación por presentar el hecho histórico sin menos precio al dramatismo propio de la actuación, en una mezcla ideal que pocos largometrajes gozan.

Exhibida durante la crisis de la funesta administración de George W. Bush, “Bobby” no recibió el respeto necesario y la crítica, preocupada por el fundamentalismo de la derecha, tampoco movió las aguas, precisamente por la fuerte acusación proveniente del ayer, al haber elegido como país, el camino oscuro del conservadurismo.

Por esas extrañas razones, en México, el filme duró poco en cartelera pero el lanzamiento en DVD fue en edición especial de dos discos con materiales extras sin desperdicio.

Además de las habituales entrevistas, documentales de alfombra roja, trailers, fotografías y demás calderilla para los fans, el disco adicional trae una charla sumamente interesante y clarificadora con el actor y cantante Harry Belafonte, que en esa época trabajada fuertemente en Pro de los Derechos Civiles y la integración racial junto a Martin Luther King, quien le encargó estrechar relaciones políticas con John y Robert Kennedy.

Las revelaciones de Belafonte, tomadas como registros de primera mano, sumadas a los comentarios de especialistas en la “era”, ponen en perspectiva, especialmente de los jóvenes, la trascendencia de los hermanos Kennedy en la configuración del sueño americano y la imperiosa necesidad de generar un liderazgo como el de entonces.

Las pláticas con los testigos presenciales del asesinato, en la tercera edad todos ellos, son un legado preservado en audio e imagen del fin de una generación y el principio del desastre; de la perdida de rumbo y del oportunismo de políticos incapacitados para darle al pueblo una creencia, un ideal; la certeza que uno siempre es la diferencia.

El DVD puede rentarse en las cadenas de siempre o comprarse en precio accesible en las rebajas de los supermercados y en las tiendas departamentales de la ciudad.

Una oferta de entretenimiento constructivo en estos días en que México truena por todos lados, casi por las mismas razones de aquellos días de 1968.

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