miércoles, 13 de mayo de 2009

EDITORIAL: LA FRÁGIL SEGURIDAD

Por: Raúl Gómez Miguel


Desoyendo las loas al gobierno federal, la Organización Mundial de la Salud está cambiando su versión inicial de la propagación del virus de la influenza humana y comienza a disentir de los reportes sanitarios de México.

El avance en el conocimiento del virus permite detectar mutaciones que por lógica son más agresivas que la fuente común y que tienen un manejo diferente a lo hasta ahora establecido en el protocolo de prevención.

No obstante, el optimismo oficial (de dientes para fuera) convence a quien lo desea que la “normalidad “ regresó a casa y que la seguridad del ciudadano está respaldada. Situación que dista mucho de la información real que guardan celosamente los organismos epidemiológicos mundiales.

La administración pública se ha ocupado de responder las declaraciones seniles de Fidel Castro, las persecuciones de connacionales en la Sociedad Internacional y está ablandando la retaguardia de mantener a la población en un ánimo de alerta media.

La gente ha cerrado los ojos a los datos y prefiere meterse en la rutina y el despiporre antes que aceptar la fragilidad de la seguridad propia y ajena. El tapabocas es un objeto del pasado. Los hábitos de higiene se relajan. Se piensa que el mexicano se está haciendo inmune y pronto se aturde con los ruidos de fondo.

Nadie escarmienta en cabeza de otro pero, por lo menos, se puede detener a informarse y a no tomar las cosas a la ligera, augurando que la influenza se cura sola como anuncian en ciertos portales de Internet.

El arranque pálido de las campañas electorales, la publicación del libro de Carlos Ahumada, el retorno burlón de Vicente Fox a la comidilla pública y, ahora, la confesión de Miguel de la Madrid asegurando los nexos de Raúl Salinas con el narcotráfico y su equivocación al elegir como sucesor del Poder Ejecutivo a Satanás encarnado están llenado de bruma la realidad y no faltarán otros conejos dentro del sombrero de copa de la distracción popular para no llevarnos por el sentido común que debemos seguir cuidando de todos.

De aquellas extensas coberturas periodísticas de la enfermedad, el espacio va reduciéndose, las notas se agrupan y, aunque sean de primera plana, un diseño estratégico mueve la lectura a eventos de menor prioridad.

Por supuesto que tenemos que aprender a vivir en las nuevas condiciones sanitarias que trae la globalización y el subdesarrollo histórico del país, pero eso no autoriza a darle vuelta a la página rogando que la emergencia sea agua pasada y que casi por control mental, el pueblo esté seguro en los sitios donde efectúa sus actividades cotidianas.

Una muestra de este pensamiento casi homicida es la reacción negativa del sector hotelero al saberse de la reducción de vacaciones impuestas por la Secretaría de Educación Pública que trata de salvar el año escolar. La respuesta a bocajarro fue que a ver qué otras opciones jugaba la dependencia, pues el recorte de las vacaciones daría la puntilla a la infraestructura turística. El nivel de interés individual sobre el colectivo es bastante claro.

Ya nos tocó la de perder, ¿vamos a continuar pasivos?.

Esa determinación sólo usted sabrá tomarla.

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