En otra época, me hubiera puesto a llorar al saber que los barrios originales de la infancia y la adolescencia no eran más.
Con el tiempo se aprende a dejar ir y a dejarse ir, nada es para siempre ni siquiera los muertos.
Hoy regresamos a la ciudad intacta.
Hoy retornamos a continuar el ciclo de la vida sabiendo una certeza: SOMOS VULNERABLES.
Que cada quién haga con ella lo que crea más conveniente.
El Último de los DODOS
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