Para variar y quedar de amigos pudieron más las prisas políticas y económicas que la seguridad sanitaria ciudadana. En cosa de horas, las autoridades federales, seguidas por las locales de la Ciudad de México bajaron el semáforo de alerta de naranja a amarillo y permitieron la apertura de todos los giros comerciales. En un santiamén, la crisis se superó y retornamos a los pendientes trascendentes: las elecciones amañadas de costumbre, las revelaciones escandalosas de la grilla y el ascenso del narcotráfico, que a estas alturas ya debe de dominar Plutón.
La papa caliente es puesta en el civismo de los habitantes de la gran urbe y en las habilidades milagrosas de la Patrona de México y el Titular de las Causas Imposibles.
Si las suspicacias de una verdadera epidemia se había adueñado de un sector importante de la ciudadanía, esta rápida caída libre a la “normalidad” volverá a levantar la duda de qué fue exactamente lo que sucedió.
Aceptando la desconfianza, exhortamos a nuestros lectores a tomar las providencias del caso y respetar, en lo posible, las medidas de prevención; no vaya siendo que de la nada nos brinque el payaso y empecemos a lamentarnos.
Como siempre la integridad del ciudadano y su familia es un asunto que no compete a los gobernantes a menos que se lleven una tajada. Enhorabuena y a defender la vida.
EL ÚLTIMO DE LOS DODOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario