Cuando en televisión abierta y en horario triple “A” se muestra el video de una fuga de reos peligrosos, en la que no hay tiros, heridos o muertos. Simplemente, una operación sacada de alguna película de alto voltaje en la que los custodios como que cuidan y como que le hacen de chalanes al comando armado que guarda las apariencias y cumplen el protocolo de cualquier equipo SWAT y alegremente se lleva a los “liberados”, convenciendo al espectador que no hay vínculos entre las fuerzas de seguridad y el crimen organizado.
Cuando los implicados en el escándalo de la fuga masiva de delincuentes se tiran a mitad del foro aludiendo excusas que no las creen nadie e insisten que es un complot en contra de sus lindas y entrañables personitas.
Cuando asistimos al ungimiento de los nuevos “conservadores” del PAN que son una caricatura de los viejos pero, con las mañas aprendidas en cursos intensivos en su paso por la administración pública. O sea, los nuevos santos y los viejos pecados.
Cuando los responsables de cuidar los Derechos Humanos denuncian persecución contra los homosexuales y no sucede nada, es más ni los propios gays closeteros dicen esa boca es mía.
Cuando las cifras del gobierno federal, en chiquito por razones obvias, no cuadran y los secretarios de estado, también enanos, dan los números que se les pega la gana y el ciudadano tiene que calcular por dónde anda la cosa, eso si sabe matemáticas básicas.
Cuando el presidente Calderón enaltece el heroísmo del pueblo de México durante la emergencia sanitaria y evoca que él fue uno de los primeros en guardarse al considerar su entereza un patrimonio nacional invaluable.
Cuando observamos a ex deportistas buscando chamba en la grilla, ignorando en las bases de sus plataformas electorales precisamente el rubro que mejor conocen y que tanta falta hace en la niñez y la juventud: el fomento del deporte.
Cuando dedicamos horas y horas de discusiones idiotas sobre la broma de Sammy y la mofa mediática de sus facultades mentales, olvidando que el imperio televisivo dual se instala en este filón para conseguir rating y vender la marca Teletón entre otras causas en pro de la sociedad que nunca se concretan en el lugar que las necesitan, de no ser los bolsillos de los implicados.
Cuando un ente llamado Diego Luna, dizque actor, declara su preocupación por que la gente lo vaya a convertir en Pedro Infante o Jorge Negrete, asumiendo que su “trabajo” ya merece un monumento.
Cuando el regreso a la normalidad de una ciudad consiste en desbaratar los avances en materia ideológica que los mexicanos también se mueren y ahora quién nos aguante.
Cuando un temblor de tierra nos recuerda que todavía, a pesar de lo que expliquen los expertos, la Naturaleza manda.
Cuando los famosos se deslindan de personas de dudosa moralidad que tienen similares apellidos pero que no son de su familia, es más que ni los conocen.
Cuando el Papa invita a los jóvenes a evangelizar por Internet, ya que la cuota de fieles disminuye ante el oscurantismo que se respira en el Vaticano.
Cuando se constata la baja calidad creativa y de producción de la publicidad y la mercadotecnia seudo política que no sale de la obviedad que no ha dado votos y repite la originalidad que tiene una cebra en el centro de su manada.
Cuando muere Mario Benedetti y tenemos que soplarnos las disertaciones perfumadas de los intelectuales o las brutalidades expresivas de la gente común en torno a una trabajo poético que no se puede explicar por que es un asunto personal que se arraiga en el alma.
Cuando es sábado y el cielo está tronando.
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