miércoles, 2 de marzo de 2011

EL COCOTAZO: SÓCRATES RIZZO Y SU FÁBULA DEL NARCO

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Los mamarrachos que dicen ser la clase política mexicana se comenzaron a dar golpes de pecho y aleluyas de alarma ante las declaraciones del ex gobernador de Coahuila, Sócrates Rizzo al definir que “la violencia del crimen organizado apareció en el país cuando desaparecieron los acuerdos de los gobiernos federales priístas con el narcotráfico, en los que se establecían rutas de trasiego y se limitaban otros espacios”.

El planteamiento no debería de sorprender, pues salvo los tarugos, no reconocen que la estrategia corresponde perfectamente a la idiosincrasia dominante en los sexenios del “Antiguo Régimen” en el que, hay que reconocerlo, el reparto de los derechos y las obligaciones tenían un rostro más cínico, pero funcional, en vez de tanta idiotez junta en una sola administración federal, como la presente.

Como quien cuenta una anécdota sabrosa, los estudiantes de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila, con sede en Saltillo, escucharon al reconocido dinosaurio afinar la flecha.

“De alguna manera se tenía resuelto el conflicto del tránsito (de drogas); yo no sé como lo hayan resuelto otros gobiernos, pero había un control y había un estado fuerte y un presidente fuerte y una Procuraduría fuerte y había un control férreo del Ejército y entonces de alguna manera decían ‘tú pasas por aquí, tú por aquí, pero no me toques aquí estos lugares’; algo pasó”.

Efectivamente, algo pasó. Llegaron los bárbaros encopetados, mediocres y reaccionarios, reventaron los acuerdos y a todos se los cargó el carajo. Movieron el avispero y ahora no saben el modo de regresar a las abejas al panal.

Dino, mas no estúpido, Sócrates acusó a la Presidencia de la República, de entonces, de afincarse en esas transas. “Todo se decidía desde la capital y los gobernadores eran menos independientes”.

Disfrutando los minutos de fama circunstancial, el ex gobernador, cercano a Carlos Salinas de Gortari, especuló: “Yo creo que el problema surge con el mercado interno, el problema del tráfico de la droga viene, yo creo, desde la época de Lázaro Cárdenas, que fue cuando empezaron a enviar droga a Estados Unidos y en donde de alguna manera el Ejército tenía control sobre ese tránsito, pero era tránsito o trasiego como le llaman y no había consumo interno”.

“El mercado interno surgió cuando las drogas se abarataron, pero también cuando se comenzó a dificultar el traslado de dólares a México y entonces autoridades comenzaron a recibir sobornos de droga y debieron comercializarla en el país”.

Los apuntes respondieron a la imperiosa urgencia de mostrar la incapacidad de Vicente Fox y compañía para sentar a la mesa a los barones de la droga, pactar nuevas reglas del juego y mantener la afluencia de las fortunas en forma discreta.

“Con la alternancia del poder, la falta de oficio político, el rompimiento se dio, yo supongo que había una estrategia que hacía posible que hubiera tranquilidad, que cuando menos no hubiera balaceras en las calles, tampoco extorsiones o secuestros”.

La generalización del esquema impidió que Rizzo fuera explícito en detallar a qué personajes priístas se refería, lo que no limitó que pusiera a discusión la soberbia panista y el escaso manejo de la “grilla”.

“Y en esto, a pesar de haya cambio de partido a lo que haya hecho otro gobierno se le debe dar seguimiento, continuidad. Las consecuencias están a la vista, se aflojaron los mecanismos de disciplina”.

En un corolario, el politicazo justificó: “El Ejército controlaba. El gran problema es el consumo, mientras haya consumo en Estados Unidos, va a haber tráfico hacia allá. Lo que controlaban los gobiernos priistas era que ese tráfico no perturbara la paz social”.

Comprobable o no, la tesis de Sócrates Rizzo viene perfecto a los demócratas de pacotilla que no se cansan de repetir la cantaleta del autoritarismo pasado y la esencia delictiva de las instituciones tricolores; olvidan que, gracias a esos trinquetes, muchos vivieron en el presupuesto, alimentando soponcios y bochornos.

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