Como hace sesenta y cinco años, Japón es puesto a prueba por una impensable combinación de una tragedia natural y una, producida por la soberbia humana de querer controlar fuerzas que aun la superan.
Pero, vayamos por partes. Suman 2 mil 414 muertos a causa del terremoto del viernes pasado. Sin embargo, la cifra no es estática y seguirá creciendo, igual que el número de víctimas directas e indirectas por el fenómeno.
A pesar de los esfuerzos, la empresa Tokyo Electric Power admitió que pudo haberse emitido radiación tras la explosión en una de sus plantas nucleares, poniendo en riesgo el de por sí, deteriorado sistema de seguridad de la industria. Tras la explosión, los niveles de radiación se dispararon, tornando el escenario más complicado de lo que se supondría.
No obstante, en un esfuerzo por equilibrar los mercados internacionales financieros, el Banco de Japón inyectó 61 mil 235 millones para evitar una caída en picada de la moneda y una acelerada reacción de pánico en los movimientos monetarios.
Alarmadas las democracias occidentales, están facilitando lo que pueden para frenar el caos que reina en una de las economías insignia de Oriente. La comparación con la tragedia de Chernobyl, hace 25 años, es inevitable, y la Organización Mundial de la Salud alerta a varios expertos sobre las secuelas de este desastre, que aun no cesa.
La Escala Internacional de Sucesos Nucleares y Radiológicos (INES) fue elaborada en1990 por expertos internacionales convocados por la Organización Internacional de Energía Atómica, para comunicar la importancia de los sucesos acontecidos en instalaciones nucleares.
La INES tiene siete niveles. Los superiores (4-7) son denominados "accidentes" y los inferiores (1-3) "incidentes". Los hechos carentes de importancia en materia de seguridad se clasifican como "debajo de la escala o Nivel 0", y se llaman desviaciones.
Para calcular el efecto de los sucesos, se toman en cuenta tres ámbitos:
*Población y medio ambiente.
*Barreras y controles radiológicos.
*Defensa en profundidad.
Estos criterios abarcan sucesos como la fusión del núcleo del reactor y el derrame de cantidades significativas de material radiactivo por fallos de las barreras radiológicas, y ponen en peligro la seguridad de las personas y el medio ambiente.
Un accidente escala siete fue el de Chernobyl, en 1986, donde hubo grandes daños a la población y al medio ambiente, que permanecieron afectando todo el sistema ecológico durante años
La Agencia Nacional de Seguridad Nuclear de Japón ubicó en nivel cuatro de una escala de siete el accidente de la planta nuclear de Fukushima, en donde tres personas fueron sometidas a revisión médica por haber estado expuestas a la radiactividad.
Lo anterior quiere decir, de momento, que la explosión posee la condición de “accidente con consecuencias locales”.
En 1999, en Tokaimura, también en Japón, ocurrió un accidente con uranio, el cual fue ubicado en el nivel cuatro. Cerca de 31 mil personas fueron afectadas, y tuvieron que encerrarse en su casa. Se prohibió pescar y tomar agua de la zona. Dos trabajadores resultaron gravemente heridos por la exposición a la radiación.
En nuestro país, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) confirmó que hasta el momento ningún mexicano se cuenta entre las víctimas del terremoto y tsunami de Japón, si bien la Embajada de México en ese país trata de ubicar a siete connacionales de quienes no hay noticias.
La Presidencia de la República se comprometió a ayudar en lo que se pueda a esta nación en desgracia, y un grupo de rescatistas locales arribó a Japón.
Centros de acopio de ayuda humanitaria empezaron a funcionar en el Distrito Federal.
AGENCIAS Y RGM
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