viernes, 18 de marzo de 2011

ASUNTOS EXTRANJEROS: NOTICIAS DESDE LA TRINCHERA DEL HORROR

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

La tragedia empequeñece y engrandece a los hombres. Japón no es la diferencia. El emperador habló a su pueblo y, desde la autoridad espiritual de ser “un hijo del cielo”, admitió la vulnerabilidad del imperio; del reino intocable de la alta tecnología y el trabajo exacto. No pudo más. La naturaleza, sumada al egoísmo de nuestra especie, logró arrodillar a quien se pensaba eterno.

No obstante, 50 personas luchan a contrarreloj en la agonizante central nuclear de Fukushima. Sabiendo que la guerra está perdido, estos trabajadores se han convertido en un emblema terrible del espíritu indomable de los héroes.

Ese personal es, sin lugar a dudas, la última frontera. Por mandato y un balance crudo de las posibilidades reales de sobrevivir, los empleados defienden cara su vida, inyectando a la opinión pública internacional una seria dosis de admiración y coraje.

Fukushima I se ha convertido en un cúmulo de chatarra de acero y restos de estructuras de edificios de los que emanan vapor y humo. Los nombrados, “Fukushima 50”, gatean, de acuerdo con medios locales, por el laberinto de la instalación dañada. A muy poca distancia están las barras de combustible de un total de seis bloques, cuyos núcleos corren el riesgo de fusionarse o ya se han fusionado parcialmente, igual que los “héroes olvidados” de Chernobil.

Las noticias empiezan a ser controladas por razones de seguridad. Pero, los viejos lobos de mar como The New York Times, The Guardian y Le Figaro han podido reportar una realidad estremecedora de la situación y coinciden en las consecuencias pavorosas de la crisis existente.

Los empleados de Tepco llevan máscaras para respirar. Algunos incluso llevan sobre su espalda bombonas de oxígeno. Sus trajes de protección y gorros especiales repelen las partículas radiactivas, aunque no la radiación invisible. Otros 750 trabajadores fueron puestos a salvo. Saben que los que se quedaron en Fukushima I están arriesgando su salud. Decenas de ellos están ya heridos, 11 de ellos a causa de una explosión de hidrógeno en el bloque 3. Lo que hacen ahora no figura en ningún manual de instrucciones. Intentan con bombas de bomberos, que no están diseñadas para ese fin, inyectar grandes cantidades de agua marítima en los reactores. Desesperados luchan por mantener en funcionamiento instalaciones eléctricas o bombas o ponerlas en funcionamiento en caso de no estar operativas.

La pregunta que se planteaban hoy muchos era por qué esas personas ponen en juego su vida. Seguramente influya el hecho de que en la educación japonesa se conceda gran valor al sacrificio del individuo por la comunidad. A todo ello podría sumarse un sentimiento de solidaridad en una planta de ese tipo. “Se desarrolla un sentido para la lealtad y el compañerismo cuando se entrena durante años junto con otros hombres y se hacen cambios de turno”, dijo un operario de una central norteamericana que lleva muchos años en la profesión al Times.

Un hombre de la prefectura de Shimane, situada a cientos de kilómetros de Fukushima, incluso se presentó voluntario. Según la cadena de noticias estadounidense ABC, los 50 trabajadores han decidido seguir en las tareas para controlar la planta de modo voluntario, debido a que son personas mayores o próximas a jubilarse y que ya han pasado su vida reproductiva.

Podemos lucubrar cientos de respuestas al hecho, sin embargo, el punto de regreso es único: los trabajadores se resisten a morir sin hacer nada, desean imponerse al destino y trascender, protegiendo el futuro.

En Tokio, la capital, la amenaza radioactiva de la planta de Fukushima motivó a la aparición de mascarillas entre la población y la reducción del ritmo productivo, del tránsito. Los pobladores no desean salir de casa y los extranjeros paulatinamente abandonan la urbe.

Aunque la capital el país se encuentra a unos 250 kilómetros de los reactores nucleares en riesgo de sufrir una gran fuga radiactiva y de que el viento desplazaba las nubes de esas instalaciones hacia el océano, los residentes de Tokio han aumentado sus precauciones por el temor a la contaminación nuclear.

Tokio presenta menor actividad en distritos de oficinas como Kamiyacho, Shimbashi o la zona comercial de Ginza.

A los problemas con los cortes de luz programados y con el transporte ferroviario se suma ahora la preocupación por la posibilidad de que el viento traiga una nube radiactiva de la central nuclear de Fukushima. El gobierno japonés ha reiterado que fuera del área de 30 kilómetros alrededor de esta central nuclear, en la costa este, no existe peligro para salud, aunque como precaución muchos trabajadores extranjeros han decidido voluntariamente desplazarse al sur del país o abandonarlo.

La embajada de México hace cuanto puede para asegurar la integridad de sus ciudadanos.

El éxodo al sur del país es inevitable. Osaka se ha convertido en el destino de cientos de hombres y mujeres que buscan la seguridad de la distancia.

La semana financiera mostró que los mercados internacionales mantuvieron la tendencia negativa, a pesar del precio a la baja de las acciones del capital japonés.

La mayoría de los participantes de los mercados bursátiles tomaron la decisión de vender ante el temor de una afectación más severa en la zona por la expectativa de la explosión del cuarto reactor nuclear del país nipón.

La incertidumbre sobre Japón llevó a los inversionistas a buscar otras opciones más seguras, como los bonos soberanos; en este contexto cayeron más de tres títulos por cada una que subió en la Bolsa de Valores de Nueva York, mientras que más de dos tercios de las compañías en el Nasdaq cayeron.
La mayoría de las acciones se desplomaron cuando el comisario de Energía de la Unión Europea dijo que podría haber nuevos eventos catastróficos que podrían representar una amenaza para las vidas de la gente en el archipiélago.

En ese contexto, las bolsas accionarias del continente americano registraron importantes retrocesos en el indicador industrial y el índice de tecnología Nasdaq..

Las bolsas que fueron afectadas resultaron las de Europa, debido la mayor relación comercial que tienen con el país japonés.

Estados Unidos y Rusia sólo resaltaron que lo peor está por venir.

Sólo resta, como lo dijera el emperador Akihito en el primer mensaje por televisión en sus 22 años de reinado, “Espero, sinceramente, que el pueblo pueda superar este momento desafortunado cuidándose los unos a los otros”.

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