viernes, 25 de marzo de 2011

EL COCOTAZO: PERDERÉ

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

La cerrazón mental de la grilla mexicana es monumental.

El Consejo Nacional del Partido de la Revolución Democrática eligió a Jesús Zambrano y Dolores Padierna como su presidente y su secretaria general. Para alcanzar este acuerdo, ambos perredistas debieron integrar una nueva fórmula que diera validez al proceso, con 84.61 por ciento de los 310 consejeros.

Sabiendo que el problema de la seudo izquierda mexicana es su incapacidad de integrar una sola entidad, el PRD aprobó un cambio de estafeta directiva para poner a dos exuberantes personalidades oriundas de las cloacas del radicalismo arribista. Zambrano y Padierna, respectivamente, representan las banderas antagónicas de la alianza y la servidumbre al cacique, es decir, de entrada la dirigencia única es imposible.

Lejos de procurarse un espacio de reflexión crítica y resolver fisuras endémicas, la una vez “revolución democrática” se instaló otra vez a la vente del mejor postor, borrando los anhelos de los militantes adormecidos, que no admiten la traición de los principios originales.

Ante más de 9 mil simpatizantes en el Auditorio Nacional, de la Ciudad de México, –y cientos que lo vieron y escucharon afuera por medio de pantallas gigantes– Andrés Manuel López Obrador presentó su propuesta de Nuevo Proyecto de Nación, igualita a las otras fórmulas que, en su momento, le dieron lustre a la cobardía ostentada en la votación presidencial pactada en 2006.

Anquilosada en la lista de buenos deseos y escasas acciones, el tabasqueño repitió salidas obvias a los menos problemas nacionales, destacando un puritanismo democrático que le viene grande, considerando que al tiempo que se llenaba la boca con “el pueblo”, atizaba a sus mastines en la asamblea del PRD para no quedarse fuera del reparto de los 400 millones de pesos que ese organismo administrará en 2011.

“Para que no haya dudas, reitero que nuestro movimiento va a participar en las elecciones de 2012. ¡Porque le vamos a volver a ganar la Presidencia de la República a la mafia del poder!”, aseveró “El peje”, moviendo a pensar ¿si está conciente de que ganó la elección de hace cinco años entonces por qué pactó lo contrario?

En los corredores del gobierno federal se explica, en la misma tónica de irresponsabilidad, que la renuncia del embajador de los Estados Unidos en México, Carlos Pascual, tuvo un matiz sentimental pues el funcionario, divorciado, encontró, en la hija de un congresista del Partido Revolucionario Institucional, un remanso a la soledad, moviendo al ¡presidente de la República! a destacar la relación como una piedrota en el zapato que Washington debería de atender. De ser cierto el argumento, las apariencias pueblerinas de la derecha no le piden nada a las exhibiciones cavernícolas de los oponentes.

De acuerdo con el estudio “Las Américas y el mundo”, elaborado por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), partiendo de una muestra representativa, el 66% de los mexicanos aprueba la deportación de indocumentados, y 34% está favor de dejarlos ser. El 22% aprueba la construcción de un muro fronterizo sur, igualito que el existente en el lado estadounidense de la frontera norte. En percepción, los mexicanos prefieren españoles y argentinos, y rechazan a colombianos y guatemaltecos.

Con las lindantes técnicas de la estadística, la información muestra tendencias lógicas, casi de sentido común que, no obstante, posibilita la discusión estéril sobre el racismo (real, por supuesto) del país y los golpes de pecho políticamente correctos de los medios que lo fomentan.

Por donde guste, la polaca autóctona está pa'l perro.

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