domingo, 9 de agosto de 2009

MALA LECHE: NADA NAVA; NAVA NADA

No es un trabalenguas; es un asunto de dignidad y mínimo respeto institucional. El Partido Acción Nacional, emulando los viejos tiempos del presidencialismo mexicano, tiene un nuevo líder, impuesto y dizque cumplidor: César Nava.

Este muchachón, leal al preciso, fue puesto en la dirigencia blanquiazul para taparle el ojo al macho y dejar escondida la mano negra del mero Jefe de Jefes de la derecha emplumada en el reparto del poco poder restante y la ineptitud de sus elegidos.

Germán Martínez salió de la escena escurriendo las injurias de los panistas netos por casi tronar al Partido con una sumisión reprochable a un forastero carente de sensibilidad y visión de negociador.

Al imponer a Nava, Calderón quemará otro cuete en sus narices por no aceptar el empuje de otras fuerzas políticas dentro de Acción Nacional y saltarse las trancas de pactar con los grandes Caciques del conservadurismo. Cree en poder intervenir la sucesión presidencial a través de un partido dividido y en peligro de dar el chaquetazo interno por la supervivencia de los grillos ancestrales de la cruz y la sangre.

El Partido Revolucionario Institucional ha puesto las barbas a remojar esperando las instrucciones activas de César Nava para mover a los Dinos y hacer temblar el Congreso. No ve en el burócrata un adversario de altura ni de chiste. Extrañan los arrebatos de Diego Fernández o al pintoresco Santiago Creel. A los priístas les excita la lucha libre de curul a curul. Pero con una bancada entregada al Señor Presidente no va a haber chance de unos planchazos o topes de borrego. Honestamente, piensa dirigirse a Los Pinos y preguntarle su parecer a Calderón sin intermediarios vergonzosos.

Nava será el payaso de las cachetadas detenido por el Primer Mandatario y, si falla, buscará en su caja de sorpresas a un sustituto igualito. No damos con la estrategia de estos movimientos y ojalá el efectivo lo sepa porque de lo contrario, el costo político contra el panismo no tendrá una justificación mínima.

El flamante líder de Acción Nacional entra en la oscuridad al callejón de las patadas y cree en la lamparita de pilas chinas para sortearlo, precisamente, por un requisito indispensable en el presidencialismo del pasado: un Ejecutivo fuerte y control recio de la Secretaría de Gobernación. Respóndase el lector la viabilidad del exceso de confianza en una administración tembeleque.

César, ni señor ni licenciado, es un muñeco de ventrílocuo puesto a repetir las ordenes de “Arriba”. Interina o definitiva, la presidencia del PAN (no la Presidencia en el PAN) merecería otro trato en comprensión a las obligaciones casi mágicas de resucitar a los derechistas tronados en sucesivas elecciones. Desgraciadamente, Calderón, el vengador, admite lo conveniente, el resto no existe.

Más de un panista de la vieja guardia se preguntará por el karma a pagar por haber recibido a Vicente Fox y a Felipe Calderón al seno de un organismo respetuoso de la lógica y la contienda legal. Por tanto juntarse con el Monstruo antidemocrático, el neo panismo honra la verticalidad en una era de apertura dogmática. En el recuento el PAN saldrá perdiendo hasta el nombre.

Bienvenido sea el dedazo.

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