El martes once de agosto de 2009, dos académicos del Instituto de investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Salvador Rodríguez Rodríguez de 68 años, y Carlos Bustamente Lemus, de 63, fueron baleados por oponerse a entregar 34 mil 800 pesos, recogidos en bancos de la Colonia Copilco Universidad, Salvador Rodríguez murió de un balazo en el tórax y Carlos Rodríguez sufrió un rozón de bala en la pierna derecha. Los asaltantes homicidas se dieron a la fuga y apenas la policía comienza la investigación correspondiente.
En la ceremonia de inicio de cursos 2009-2010, celebrada en Ciudad Universitaria, José Narro Robles, Rector de la Máxima Casa de Estudios, expresó a nombre de 365 mil universitarios la rabia y la impotencia del asesinato de un investigador, enfatizando que “la impunidad es un elemento que presagia lo peor y estimula a que se siga repitiendo”.
Como egresados y miembros en activo de la Universidad Nacional Autónoma de México, nos unimos al dolor y repudio de este tipo de actos contra hombres y mujeres dedicados al conocimiento como una barrera a la barbarie dominante.
Como universitarios escritores, informadores, investigadores, docentes, no podemos permanecer callados ante las muertes de mexicanos y mexicanas de bien, de trabajo, responsables y dedicados, a manos de la escoria vil y cobijada por elementos ofensivos de las fuerzas de seguridad del Estado.
Seguiremos haciendo nuestras labores, pero insistiremos las veces necesarias en exigir (no rogar, no pedir) EXIGIR JUSTICIA para nuestros caídos y para los próximos.
Es tiempo de compromiso con la verdad por dolorosa y cruel. Es imposible mantenerse al margen de la criminalidad y facilitar el olvido. No lo merecemos.
Vamos a responder con el cerebro, no con las vísceras y cerraremos filas al derecho de inalienable de preservación de los ciudadanos y lo reclamaremos al Gobierno y a las instituciones incompetentes.
Los mexicanos de provecho no debemos facilitar nuestro exterminio, no somos ovejas silenciosas yendo al matadero, la impunidad sólo existe por nuestra permisividad, dejadez e indolencia y en los cadáveres diarios, famosos o anónimos, esta la irresponsabilidad de dejar en otros la defensa de cuanto somos y hemos construido. El pueblo sigue siendo la fuente legal y legítima del poder, hagámoslo valer.
Queremos Justicia, no chivos expiatorios.
ATENTAMENTE
EL ÚLTIMO DE LOS DODOS
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