POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
El jueves 15 de marzo de 2012, durante una comparecencia del director del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, el diputado priista Francisco Moreno Merino declaró ante el pleno de la Cámara que: "No hay caballo fino que no tire a mula, ni mujer bonita que no llegue a ser meretriz y hombre bueno que no tire pelo. No es usted un hombre bueno, es usted un buen director general del Instituto".
El comentario, gestado en las entrañas nauseabundas de la retórica grilla emplumada, hizo que diputadas federales de todos los partidos políticos tomaran de inmediato la tribuna de la Cámara en protesta por las declaraciones del mequetrefe.
La noticia del hecho cundió en todos los medios de comunicación logrando una avalancha de críticas contra Moreno y el partido político que abanderaba.
Para redondear el problema, Comité Ejecutivo Nacional del PRI ya había incluido al diputado en la candidatura plurinominal al Senado por el estado de Morelos.
Sin manera de ayudarlo y conseguirle una salida decorosa, el Comité no tuvo otra que hacer de tripas corazón y exigirle a Moreno Merino su renuncia al escaño.
En un comunicado, el Partido Revolucionario Institucional señaló que "ante la declaración ofensiva a la dignidad de la mujer formulada por el diputado Moreno Merino en la Cámara de Diputados, el Comité Ejecutivo Nacional (del partido) le solicitó que presente su renuncia a la candidatura de primera fórmula de mayoría al Senado de la República por el estado de Morelos".
Añadió que "el diputado Moreno Merino ha manifestado su plena anuencia" a la solicitud.
En su comunicado, el PRI advirtió que "no tolerará actitudes ofensivas ni discriminatorias en contra de ningún segmento de la sociedad mexicana" y señaló que el Comité Ejecutivo designaría antes del 22 de marzo, fecha límite para la inscripción, a la persona que ocupe esa candidatura.
La decisión del PRI, más alineada para contener daños electorales, no cambia en nada la desventaja por género que las mujeres mexicanas tienen en las fauces de la “polaca” local, cuya empatía con la del resto del orbe es inquebratable.
En apego al Mapa Mundial de la Mujer en la Política 2012, presentado el dos de marzo de 2012 en la Organización de las Naciones Unidas por el presidente de la Unión Interparlamentaria (UIP), Abdelwahad Radi, y la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet, las mujeres ocupan hoy apenas una quinta parte de los escaños en los parlamentos del mundo, porcentaje "preocupantemente bajo" en un año en el que perdieron espacio en países como España y en el que, pese a los avances de la "primavera árabe", su participación política en la región sigue siendo marginal.
El número de jefas de Estado o presidentas de Gobierno se ha duplicado de los ocho de hace cuatro años a 17 en la actualidad, mientras que el porcentaje de ministras ha aumentado de forma "modesta" de un 14,2 % en 2005 a un 16,7 % ahora.
La realidad es que todavía está muy lejos de cumplirse la meta fijada por la ONU en la cuarta conferencia internacional sobre la mujer celebrada hace casi dos décadas en Pekín, cuando se propuso alcanzar hacia el año 2000 una presencia femenina del 30 % en los parlamentos del mundo.
La quimera de la paridad parlamentaria se cumple en sólo dos países: Ruanda, con más mujeres que hombres en su Cámara baja (56,3 %), y Andorra, donde hay exactamente el mismo número de legisladores que legisladoras, mientras que en treinta países hay al menos un 30 % de congresistas y en siete hasta un 40 %.
La otra cara de la moneda viene de lugares tan diferentes como Belice o Arabia Saudí, sin representación femenina en sus foros legislativos, o Egipto, donde tras sus últimas elecciones su presencia ha caído más de diez puntos y hoy sólo hay diez.
Las estadísticas no dejan espacio para las dudas: el mundo árabe, con apenas un 10,7 % de mujeres en sus parlamentos, sigue siendo la región del mundo donde menos presencia tienen, y la única donde ni un solo cuerpo legislativo alcanza un 30 % congresistas.
Sin embargo, el estudio reconoce que ha habido progresos gracias a la introducción de cuotas, como en Marruecos, donde tras las elecciones de 2011 hay ahora un 16,7 % de parlamentarias, un incremento de seis puntos porcentuales.
España, que hace dos años era junto a Finlandia, Noruega y Cabo Verde los únicos países del mundo en los que había paridad de género en los gabinetes de Gobierno, vio tras las últimas elecciones como la presencia de las mujeres en el Congreso retrocedía un 0,3 %.
Mientras, los países nórdicos volvieron a situarse a la cabeza de la regiones con más presencia femenina en sus congresos (42 %), por delante de América (22,7 %), Europa (20,9 %), África Subsahariana (20,2 %), Asia (17,9 %), Pacífico (14,9 %) y Árabes (10,7 %).
Latinoamérica fue otro año más tierra de contrastes: En Nicaragua hubo un aumento notable de casi el 22 % de la presencia femenina, a la cabeza de los países donde las mujeres ganaron espacios, mientras que Perú quedó en la cola con una caída del 8,6 %.
La UIP destacó que a final de año las mujeres configuraban el 22,6 % del arco parlamentario en la región, donde su presencia en las cámaras altas es mayor, con una media del 23,4 %, gracias a que 12 de los 18 países de la zona tienen sistemas de cuotas.
Veremos qué pasa con México, cuando en julio próximo el pueblo acuda a las urnas para elegir al presidente del país, así como a 500 diputados y 128 senadores, 925 alcaldes, seis gobernadores estatales, al jefe de Gobierno del Distrito Federal y 15 congresos locales.
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