POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Más que resolver los crímenes, un intenso tiroteo y al menos dos explosiones pusieron, el jueves 22 de marzo de 2012, punto final al cerco al asesino confeso de siete personas en Francia, después de más de 32 horas que convulsionaron la habitual tranquilidad del barrio de Cote Pavée de la ciudad francesa de Toulouse, dejando inconclusa una investigación real sobre los motivos verdaderos de estos atentados.
El presunto autor de los asesinatos de Toulouse y Montauban, identificado como Mohamed Merah, muerto tras el asalto de la Policía, residía en uno de los edificios más altos y más modestos de este céntrico barrio del este de la ciudad, caracterizado por sus estrechas calles jalonadas de casas y villas bajas, muchas de ellas unifamiliares.
El ministro francés de Interior, Claude Guéant, dijo que el asesino confeso de Toulouse murió tras saltar disparando por el balcón del apartamento, cuando se produjo el asalto policial a su piso.
"Cuando llegó al suelo estaba muerto", afirmó en declaraciones a la prensa Guéant, que relató la operación desarrollada por los agentes del cuerpo de elite de la policía, el RAID, dos de los cuales han resultado heridos.
Sin embargo, para los residentes del barrio, la identificación y muerte de Merah no cuadra con las características tradicionales del entorno, pues aunque es una zona habitacional barata, dista de estar deprimida o ser un albergue natural de terroristas.
A pesar de ello, la policía francesa está "segura" de que Mohamed Merah, un joven de 23 años de nacionalidad francesa y origen argelino conocido por sus vínculos con grupos salafistas, era el autor material de los siete asesinatos a bocajarro en el sur de Francia en las últimas semanas que han conmocionado al mundo entero.
El conjunto de corrientes salafistas son percibidas como un movimiento de renacimiento del islam, a través del retorno a la fe orginal, aquella de los "piadosos predecesores". Rechazan todo aquello que identifican como interpretaciones humanas posteriores a la revelación del Profeta. Se trata por tanto de un movimiento reformista que condena igualmente las prácticas del islam popular (acusadas de ser supersticiones) como gran parte del pensamiento teológico musulmán, considerado como portador de "innovaciones", es decir, creaciones de la razón humana que se alejan del mensaje divino. Los salafistas rechazan a su vez toda influencia occidental, particularmente la democracia y el laicismo, responsables de "corromper la fe musulmana".
El salafismo yihadista, al que se supone estaba vinculado Merah, rechaza limitar la acción religiosa a la predicación y hace de la yihad el centro de su actividad. Los salafistas de esta tendencia son favorables al combate armado con el fin de liberar los países musulmanes de toda ocupación extranjera. Se oponen igualmente a la mayor parte de regímenes de los países musulmanes, que ellos juzgan como impíos, en los que pretenden instaurar un estado verdaderamente islámico.
El conocido como "asesino de la motocicleta" -porque siempre acudía al lugar de sus asesinatos montado en una scooter- nació en Toulouse, de madre argelina, y era un viejo conocido por la policía local. En su ficha constan varios delitos de poca monta cuando era un crío. Trabajaba como mecánico chapista y se definió ante los negociadores como un muyahidín miembro de Al Qaeda.
Tras intentar sin éxito formar parte del Ejército de Francia y de la Legión Extranjera, se convirtió al salafismo y entró en el radar de los equipos antiterroristas de la policía, sobre todo desde que en 2010 comenzó a viajar a Afganistán y a Pakistán.
Merah ingresó en 2007 en la prisión de Kandahar, en el sur afgano, de la que posteriormente se fugó. "Tenemos constancia documental de que ingresó bajo nuestra custodia en 2007 por colaborar con los insurgentes, pero no podemos precisar con exactitud cuándo se fugó", dijo el director del presidio, Ghulam Farouq.
Un reportero de France 24 recibió el martes por la noche una llamada de alguien que se identificó como el autor de los tiroteos de Toulouse. Según ha relatado el propio periodista, el joven daba detalles fieles de los lugares de los atentados. Los investigadores se lo tomaron muy en serio.
En su llamada, el joven explicó al periodista que sus ataques se debían a que Francia había prohibido el velo, a la guerra de Afganistán y a la situación en Palestina.
El periodista recuerda que el joven que le llamó no estaba nervioso, que hablaba con mucha propiedad, que defendía con vehemencia sus ideas y que le avisó que esto no era más que el comienzo, que vendrían nuevos ataques.
La pista principal que condujo a Merah la aportó el ordenador de su hermano, ahora arrestado, en cuya IP encontró la policía un nexo de unión con una de las víctimas, la primera: se había puesto en contacto con él para venderle la moto Yamaha utilizada por Mohamed en los asaltos.
En su ficha policial constan varios delitos de poca monta de cuando era pequeño Una de las últimas personas en ver a Mohamed Merah antes de que se atrincherara en su apartamento fue una vecina suya, de tan solo 13 años, que comentó con su padre sus sospechas sobre el vecino: le había visto conducir una moto similar a la que buscaba la policía y tenía una cicatriz en el cuello.
Otros vecinos, sin embargo, recuerdan al "frío pistolero" como "un barbudo discreto" e incluso como un tipo servicial, que incluso se había prestado a ayudarles en pequeñas mudanzas. La sociedad y la prensa gala se pregunta cómo alguien que estaba bajo vigilancia policial puede conseguir "un kalashnikov, una metralleta Uzi y diverso armamento" sin levantar sospechas
Merah vivía en un apartamento situado en una zona residencial de Toulouse, a tan sólo cinco kilómetros de la escuela judía en la que mató a tres niños pequeños y a un profesor.
El ministro del Interior señaló que el hombre disparó 300 tiros antes de saltar por la ventana, y que en la operación resultaron heridos tres agentes, uno de ellos se encuentra en estado de gravedad.
Causa escozor que las cosas se haya acomodados tan a modo para que las autoridades sostengan la tesis del terrorismo, la extrema derecha se lave las manos y que la comunidad judía, con Israel a la cabeza, vuelvan su furia contra sus “enemigos naturales”.
No es que se dude de la capacidad policíaca francesa pero la mutación de un delincuente del montón en un cerebro criminal capaz de hacer tambalear el orden establecido, no se logra por medios propios. Por supuesto que hubo intereses ocultos, mismos cuya identidad permanece a resguardo.
Muchas preguntas quedan abiertas y, por el bien común de los franceses, votemos por que se resuelvan.
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