YODOCONO
PAISAJE DE UN LLANO HONDO
LUPITA MIGUEL
EDITORIAL: COMELIBROS A.C.
AÑO: 2011
Magdalena Yodocono, Villa de Porfirio Díaz, Distrito de Nochixtlán, Oaxaca, es un pueblo íntimamente ligado a quien reseña de este libro, pues por parte de los Gómez y los Miguel, ahí se hunden las raíces de mi origen genético. Dicho de otro modo, aunque no tengo el gusto de conocer el lugar, ese espacio mítico, gracias a la obsesión de identidad familiar, me es común como cualquier otra experiencia vivida.
“Yodocono, paisaje de un llano hondo”, es un compendio de historias reales, a pesar del barniz imaginativo con el que las decoró su autora: Lupita Miguel.
Cumpliendo los dos objetivos del proyecto: preservar la memoria y rescatar las palabras de antaño para evitar su desaparición, los relato de Lupita Miguel son retratos vivos de hombres, mujeres y animales que alguna vez sentaron sus reales en Magdalena Yodocono.
A través de la escritura nos entera de los usos y costumbres de esa gente, sin olvidar las leyendas y las tradiciones que, aunque semejantes a tantas otras de Oaxaca, adquieren en Yodocono distinciones sin igual.
Entre líneas, la autora va sumando el recuerdo personal de sus seres queridos, cuyas enterezas los torno universales. Está presente la querencia por la madre, la admiración por el padre, los dramas afectivos y el testimonio de la supervivencia diaria en el campo mexicano.
El libro es un cúmulo de emociones, como debe de ser en estos asuntos del asalto al pasado. Sería imposible no concebirlo de otra manera.
En condición de familiar, al concluir la lectura de los textos me embargó una nostalgia hacia lo que desconozco de los clanes. Pero, por otra parte, note que la herencia la llevo, que el arraigo es cosa nuestra y que, por algún misterioso pasaje de creatividad, algo de estas anécdotas han definido mi existencia.
Lupita Miguel es clara: Yodocono le pertenece, y esa propiedad le permite meterse de cronista y salir victoriosa. Durante años, los personajes que pueblan el libro fueron recogidos en hojas de papel, escritas a mano, después pasadas a máquina y, eventualmente, a una copia digital.
En cada nuevo formato, el recuento alcanzó cuotas de trabajo laborioso, íntimo y respetuoso a favor de la verdad.
“Yodocono, paisaje de un llano hondo” se integra a la resistencia cultural de impedir que el olvido haga de las suyas.
“Yodocono, en ti están mis antepasados, esperando con paciencia mi regreso; y aunque tengo hecho mi nido en otra parte, sé que algún día cuando ya esté dormida me arrullarás con la última serenata envuelta en tu regazo, para siempre, para siempre”.
Así de simple se define la escritura del corazón.
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