domingo, 30 de enero de 2011

MARASSA: MI VIDA SIN CONSUELO

POR.- ANA LAURA DOMÍNGUEZ E.

El consuelo de mi vida, se ha ido para siempre. Ahora sólo busco en cada uno de los rincones de la vieja casona, lúgubre y vacía, los restos de su bella época, de sus gloriosos días, pero un dolor avasallante e implacable que me oprime el pecho y me ahoga el alma, me nubla el sentir real y me lleva entre penumbras por un laberinto de sentimientos que parece no tener salida, o por lo menos, no la puedo encontrar aún. Ése dolor que es natural y que se acrecienta y ensombrece con el sufrimiento adjudicado por placer, es ahora un verdugo enmascarado que no puedo o no quiero reconocer.

No logro consolarme por haberla perdido. No logro tener consuelo, porque se lo llevó hasta con su nombre.

Ese consuelo que me dio tanto, desde el día que nací.

Mi consuelo me cuidó en salud y enfermedad… en mi infancia, en mi niñez, en mi adolescencia, en mi adultez y “supuesta” madurez.

Mi consuelo conocía mis más íntimos secretos, mis gustos, mis disgustos, mis traumas y frustraciones. Mis amigos, mis enemigos… no había nada que mi consuelo no conociera y no compartiera conmigo y los míos.

Fue mi apoyo, mi bastión, mi cobijo… mi salvación.

Me enseñó a crecer… y crecer duele. Me enseñó a vivir… y la vida es tan injusta con la muerte misma, pero no puede existir la una sin la otra.


CONSUELO LARIOS CANTÚ

30 de junio de 1920 – 9 de enero de 2011

TITA… mi abuela… mi segunda madre. Mi Consuelo eterno.

La vida de Consuelo Larios, fue una vida, para muchos, tal vez común, o más y mejor que eso, una vida como la de tantos y tantas en este mundo.

Hija “natural”, “ilegítima”… fuera del matrimonio y de los cánones sociales. Buen chiste para aquella época; común y corriente para los tiempos actuales. Consuelo, media hermana de Adoración, Esperanza y Caridad Larios. En su nombre llevaron la penitencia las hijas del “General” Manuel Larios Trillo (o por lo menos eso dijo ser); uno de tantos revolucionarios perdidos y olvidados de la pluma de los escritores de antaño. Con mucha pena, y sin gloria.

Consuelo: Maestra normalista por obligación y costumbre familiar. Casada con un maestro normalista. El abuelo Gustavo era toda una eminencia, un “catedrático” un… todo creían que era un buen hijo, pero resultó ser un hijo de la…

Mi abuela sorteó todas las dificultades de la época, y las típicas de una madre “soltera” (sin serlo). No había traba alguna que pudiera detenerla. Tuvo tres hijos maravillosos… y de esos hijos, dos nietos (entre otros tres que no entran a concurso), pero que constantemente vio por ellos.

Una mujer que pese a todo… siempre se mantuvo firme, dándole casa, comida y sustento, a toda su familia.

En su vida se rompieron las leyes “de la naturaza”… vio morir a dos de sus tres hijos. Primero al menor: Gustavo, de 34 años y 20 años después… vio partir a la mayor, de 65 años. La de en medio, “el sándwich”… mi madre, estuvo con ella hasta su último suspiro.

Fue una larga y dolorosa agonía, que definitivamente no merecía... y no por ser mi abuela, sino porque no la merece ninguna persona.

Consuelo ya no conocía a nadie. Ni a su hija, ni a sus nietos… no sabía dónde estaba, solamente sabía quién era y repetía una y otra vez, todo lo que había sufrido en su vida. Pedía partir. Su memoria y sus recuerdos… se esfumaron para siempre, dejando atrás todo lo bello que hizo, todo lo maravilloso que tuvo y que ella misma creó y procuró.

La persona que estaba postrada en aquella cama… ya no era mi abuela, mi Tita… mi Consuelo me había dejado desde hacía varios años.

Fueron muchas las noches y los días que le pedía a DIOS que viniera por ella. Esas mismas súplicas debieron llegarles a mis tíos Gustavo y Chelina, para que vinieran por su madre.

Cuidado con lo que pides… se te puede cumplir.

El 9 de enero del 2011, no murió mi consuelo… no murió mi Tita, mi abuela… murió la decrepitud del cuerpo… murió el sufrimiento, el dolor, el cansancio de 90 años.

Lo mejor y más grande de mi vida, fue tener a esa gran mujer como abuela. Lo peor de mi vida, fue ver su decadencia, sin poder hacer nada, sin poder detener el tiempo y conociendo de antemano el desenlace. Ahora, sólo puedo detenerlo en mi memoria, en mi alma, en mi corazón; recordándola como una mujer triunfadora; recordando todo lo bueno que me dio; recordando día a día que todo lo que soy… se lo debo a ella; recordando sus años gloriosos, sus momentos divinos. Ya no busco en los rincones de la casa… busco en mis recuerdos…

Descansa en paz Tita… siempre, hasta mi último suspiro, estarás acompañándome a cada paso que dé.


Hasta hoy pude escribir… lo peor, es que hasta hoy pude realmente llorar y vaciar las tripas.

No hay comentarios: