miércoles, 7 de abril de 2010

A TÍTULO PERSONAL: POBRES DE LOS NIÑOS

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

El martes 6 de abril de 2010, al cumplirse diez meses de la tragedia ocurrida en la guardería ABC adscrita al Instituto Mexicano del Seguro Social, en Hermosillo, Sonora, donde fallecieron 49 infantes sin que a la fecha la justicia estatal y federal haya cumplido la promesa de consignar a los responsables directos del hecho, los usuarios de la red social Twitter guardaron 49 minutos de silencio, no sin antes hacer el pase de lista de los menores.

Entre las 16.00 y 16.49 horas, cada minuto alguien difundía el mensaje, engrosando la voluntad de los mexicanos en presionar hasta que la memoria de estas criaturas sea honrada con el cumplimiento de elemental de la ley.

Y en esa misma consideración, los mexicanos demandan el esclarecimiento del asesinato de Paulette Gebara Farah, que después de nueve días de desaparecida, fue encontrada en su dormitorio dentro de una bolsa abajo del colchón en una escena del crimen que había sido revisada por peritos y policías judiciales.

La vergüenza del caso es la larga lista de anomalías en la investigación policíaca que sumado a la voracidad sangrienta de las cadenas de televisión abierta nacionales, han convertido el infanticidio en un “reality show” descuidando sospechosamente la ventilación del proceso judicial. El morbo mordió el hueso y no lo suelta.

Arraigo y desarraigo domiciliario, pruebas de polígrafos, interrogatorios, videos, confrontaciones personales y hasta videos no han podido establecer las causas de la muerte de la niña y, obviamente, el autor o los autores del crimen.

La Procuraduría del Estado de México, obedeciendo peculiares directrices, está haciendo un oso bastante barato al propagar teorías casi descabelladas, amplificados por los vampiros de la noticia. El punto es que con la niña en la tumba, aún ignoramos qué sucedió efectivamente en esas horas sombrías que van del último testimonio que ubica a Paulette viva y la denuncia de su desaparición.

La especulación, un recurso natural en el manejo de la distracción masiva, pregunta sobre la vigilancia, el “sembrado” del cadáver, las cámaras de seguridad, la descomposición natural del cuerpo, el olor; aun juega con la asfixia y oscila del homicidio al accidente, vamos hasta dicta sentencia para la madre y el calificativo de casi estúpido para el padre.

Por decreto del Gobernador de la entidad, Enrique Peña Nieto, sabremos el nombre del responsable en un plazo tan largo como se desee inflar la nota.

Según hemos constatado, los telenoticieros pactaron reducir el contenido de los segmentos para explorar las evidencias de la muerte de Paulette con entrevistas y acotaciones dignas de la peor serie de detectives mexicana, si esto es posible.

En un santiamén, el pueblo de México se ha vuelto experto en lecturas psicológicas, gestuales, lecturas verbales que dejan estúpido al mejor “profiler” del orbe. Sin embargo, nada. La sabiduría de los telegurús y los adeptos señalan a Lisette Farah como la pieza clave de este rompecabezas inútil. Le han buscado hasta el color de los calzones. Pareciera que por un atavismo cultural, reminiscencias de La Llorona pegan en el cuadro.

Sea la niñez reconocida o desconocida, los campeones de la justicia autóctona no se encuentran los pies en un día soleado y con reflector seguidor, y no tocamos la vulnerabilidad de los ancianos o las mujeres porque la policía entonces semejaría una gran fabrica de culpables o “pegotes” por pedido y no por responsabilidad.

La guerra contra el narcotráfico absorbe recursos multimillonarios, no obstante, qué sucede con la persecución de otros delitos como los mencionados, ¿esos no cuentan? ¿son nuevas estrategias de publicidad y mercadotecnia? ¿suben la audiencia? ¿o realmente valen madres?

¿Cuál es el mensaje a la Nación? ¿qué con el 2% de crímenes resueltos se dé de santos?

Aquí el eje de la cuestión es llano: la ciudadanía tendrá que jugar sus cartas y auto respaldarse para empezar a poner orden en esta comedia humana en que se ha convertido la desgracia ajena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Obviamente, concuerdo con los dodos, los santos en México deberán estar en nomina del estado, porque son los que resuelven los casos, que los especialistas policiacos, no pueden clarificar. Bueno recuerdo haber leído el libro de Albert Camus el Extranjero, no se si la Sra. Farath tenga culpa o no, lo relevante es que los programas televisivos no tienen contenido, ahora los políticos como Peña nieto son actores y los actores televisivos son los que en entrevistas sacan el material que usan como pruebas los peritos

Atte
Diego