viernes, 30 de abril de 2010

MARASSA: PEPE TOÑO

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

A los otros niños en el cierre de sus vidas


Pepe Toño es un viejo, que de tan viejo es niño. Un niño que apesta a rayos y vende banderitas de papel higiénico en las calles de Ayuntamiento.

Pepe Toño limpia su cara de mocos y cemente, ofreciendo lástima de un peso y banderita.

A Pepe Toño le vale que el general Morelos no pare penalties en la Copa del Mundo, o que el portero de la Selección Nacional venza españoles en el Estadio Azteca. Pepe Toño es simple, que no figura en las peticiones de aumento salarial de diputados y senadores.

En la noche, Pepe Toño y su vejez le roban el calor a la pared de un horno de panadería.

Pepe Toño sueña con alas y sol, a millones de metros de altura.

Una patada del encargado de la panadería lo hunde en la banqueta. Y Pepe Toño se levanta a la ruina, las penas y las banderitas.

La señora de los tamales, que lo piensa idiota, le regala uno verde como al perro sarnoso que la acompaña.

Pepe Toño no vive tiempos. Está triste. Ningún remedio le diluye la conciencia; ni siquiera las nubes blancas de sus sueños solventes.

Angustiado corre, se impulsa a volar y cae, llorando.

La desesperación lo pone en el Eje Central. La tristeza no cede; reconoce su estado abominable y su inocencia traspapelada en los planes sexenales del error.

Pepe Toño choca con burócratas acarreados. Cien voces lo insultan. ¡Maldito loco! gritan.

A una cuadras de una Secretaría, los granaderos combaten contra comerciantes ambulantes. A palos, cadenas, botellas, dientes y mentadas, los bandos disputan el territorio de la legalidad.

Pepe Toño es absorbido por la reyerta. Un botellazo lo tumba y cae en la retaguardia granadera, que descarga en él toda la enjundia que le es posible. Pepe Toño se hunda en el sueño de alas, nubes blancas y cielo azul.

Un niño caritativo, junta las banderitas de papel del caído y las pone en montoncitos junto al cadáver. Más tarde, a falta de sábanas, un comerciante legal lo envuelve en una bandera desgarrada.

Pepe Toño, en la Morgue, es honrado. Del dedo gordo de un pie pende la etiqueta de desconocido.

En la radio del forense se oye al Presidente decir: “¡Viva los héroes que nos dieron igualdad!”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy triste pero nuestra realidad, no te metas los quedate con los spots publicitarios del gobierno, para que no llores ni te pongas de emo

diego