sábado, 7 de mayo de 2011

EL COCOTAZO: AY NO MA...

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

La realidad elude la teoría y los teóricos, no tienen otra, deben de tratar de explicar los sucesos en una manera, por lo menos, lógica y manejable.

La “clase media” ha crecido de manera sostenida en los últimos 16 años en 10 países latinoamericanos, hasta abarcar a 128 millones de hogares, según un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

El trabajo, publicado en la edición de abril de la revista de CEPAL, sostiene que la pertenencia a la clase media no estaría dada necesariamente por su inserción ocupacional y ni siquiera por su ingreso, sino por la condición de consumidor.

“La aspiración de las personas es participar en ese nuevo espacio consumidor, y ello es identificado como ser de clase media. Ergo, no necesariamente existe correlación entre condiciones objetivas y percepción subjetiva”, señaló.

A juicio de los autores del estudio, el consultor Rolando Franco, el director de la División de Desarrollo Social de CEPAL, Martín Hopenhayn y el consultor Arturo León, la situación actual de los estratos medios presenta características novedosas.

Indicaron que desde 1990 hasta antes de la crisis de 2008 creció el número de hogares de clase media y su ingreso promedio, producto del aumento del Producto Interno Bruto (PIB) de los países, combinado con la disminución de la pobreza y una leve mejoría de la distribución del ingreso.

“En la historia corta —los primeros años del nuevo siglo— cabe destacar a nivel macro las mayores facilidades de financiamiento que tuvieron los países de la región y la fuerte demanda por muchos de los productos regionales exportables”, señalaron.

En la “historia larga”, apuntó el estudio, conviene recordar transformaciones de desarrollo lento, como la reducción de la tasa de dependencia familiar y el aceleramiento de la incorporación de mujeres al mercado laboral.

A lo anterior se agrega el llamado “bono demográfico” (esto es, el que haya más perceptores de ingreso por hogar en relación con la cantidad de sus dependientes), explicó.

Ello coincidió con la “sociedad de bajo costo”, caracterizada por el surgimiento de una industria orientada a abaratar el costo unitario de muchos bienes de consumo “simbólicos” que antes solo podían ser adquiridos por estratos de ingresos superiores, agregó.

El trabajo divulgado por CEPAL, órgano de Naciones Unidas que tiene su sede en Santiago, añadió que la ampliación del crédito con tasas de interés más reducidas al que tuvieron acceso personas de bajos ingresos, contribuyó a una dinámica de movilidad social ascendente.

Afirmó que el incremento del número absoluto de hogares de estrato medio a 128 millones de hogares en 16 años permite apreciar mejor el destacado efecto de demostración que generan pautas de consumo cada vez más difundidas.

En los dos países más poblados (Brasil y México) los aumentos fueron de 28 y 14 millones de hogares, de modo respectivo, precisó.

Lo expuesto no reclama ningún tipo de desarrollo, es decir, crecimiento horizontales e integrados a todos los renglones económicos aceptados. En esencia se trata de una progresión vertical ayudada por factores, ajenos a un concepto clásico de clase social.

La “venta” de un agregado de consumo por aspiración social, aunque implica endeudarse de por vida, no aclama el advenimiento de las vacas gordas sino una vulnerabilidad franca de las oportunidades, ya que el abaratamiento de las cosas, a causa de una implicación lógica del mercado, no resuelve la contradicción capitalista en la distribución de la riqueza, detonante de las conflagraciones sociales que se han atestiguado en la zona.

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