POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Es evidente que no basta con efectuar marchas para recuperar el poder usurpado por las instituciones y el crimen organizado.
Son muchos años de aletargamiento ciudadano como para despertar instantáneamente y revertir el daño causado por una guerra interna que nadie avaló y que sólo beneficia a la fauna siniestra aludida.
Sin embargo es menester asentar que respaldada por miles y miles de ciudadanos que se dieron cita en el Zócalo capitalino, la Marcha Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad concluyó con la exigencia no sólo del cambio en la estrategia de combate a la delincuencia bajo un nuevo enfoque ciudadano y de respeto a los derechos humanos, sino también con una condena a la complicidad de autoridades y partidos políticos con el crimen organizado.
El llamado a la resistencia pacífica civil si las autoridades no cumplen con reformas sociales, económicas y políticas, que permitan devolver al país la seguridad y paz, revela hasta qué punto ha llegado el exceso de los gobernantes y los delincuentes, para conmover a la masa dormida y lanzarla a ganar la calle.
La pugna por las cifras no se hizo esperar, y después de casi siete horas de caminata, desde Ciudad Universitaria hasta Plaza de la Constitución, la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal calculó en 90 mil el número de personas asistentes, aunque los organizadores afirmaron que fueron 200 mil, y cada medio de desinformación se fue por la libre. En corto, era mucha, mucha gente.
En el acto, el escritor Javier Sicilia pidió la renuncia del secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, como una muestra de que el presidente Felipe Calderón “sí nos oyó”, y exigió a los partidos políticos limpiar sus filas del crimen organizado. “
“No aceptaremos más una elección si antes los partidos políticos no limpian sus filas de esos que, enmascarados en la legalidad, están coludidos con el crimen y tienen al Estado maniatado”.
“Sin una limpieza honorable de sus filas y un compromiso total con la ética política, los ciudadanos tendremos que preguntarnos en las próximas elecciones ¿por qué cártel y por qué poder fáctico tendremos que votar?”.
“Los partidos políticos están debilitando a las instituciones republicanas, las vuelven vulnerables al crimen organizado y sumisas ante los grandes monopolios”,
El poeta Sicilia advirtió que de no atender el llamado, las instituciones quedarán vacías de sentido y de dignidad, y las elecciones de 2012 serán las de la ignominia.
“Una ignominia que hará más profundas las fosas en donde, como en Tamaulipas y Durango, están enterrando la vida del país”.
Al finalizar el discurso, el Zócalo capitalino enmudeció ante la petición del poeta de guardar cinco minutos de silencio en memoria de los muertos, víctimas de la delincuencia.
Cerrando filas a una meta común, el mitin se sintetizó en la presentación pública de seis exigencias a cumplirse: Verdad y justicia; Detención de autores materiales e intelectuales de crímenes; Poner fin a la estrategia de guerra y asumir un enfoque de seguridad ciudadana; Combatir la corrupción y la impunidad; Combatir la raíz económica y las ganancias del crimen; Atención de emergencia a la juventud y acciones efectivas de recuperación del tejido social; además de consolidar democracia participativa; mejor democracia representativa y democratización en los medios de comunicación.
En el emplazamiento que se hizo a las autoridades se estableció que el 10 de junio próximo se efectuará en Ciudad Juárez, una evaluación del cumplimiento de exigencias y de posibles acciones de resistencia civil.
Se propone a la sociedad y se exige a las autoridades, acciones que inicien un nuevo camino de paz con justicia y dignidad, donde se esclarezcan y resuelvan asesinatos, desapariciones, secuestros y los crímenes de las fosas clandestinas, la trata de personas y el conjunto de delitos que han agraviado a la sociedad, mediante procesos transparentes y efectivos de investigación, procuración y administración de justicia, en un plazo no mayor de tres meses.
Entre esos casos están los de la familia Reyes Salazar, Marisela Escobedo y su hija, Betty Cariño, los niños de la Guardería ABC, y el crimen múltiple de Morelos, entre otros.
En medio de gritos de “no están solos”, se exigió que antes de dos meses se aprueben las reformas constitucionales en derechos humanos y se instituyan mecanismos de protección de periodistas y defensores de derechos humanos, e incluso se propuso efectuar un encuentro nacional de las experiencias de seguridad pública y defensa ciudadana.
Simultáneamente hubo marchas por la paz en Saltillo, Coahuila; Morelia, Michoacán; Monterrey, Nuevo León; Guadalajara, Jalisco; Querétaro, Querétaro; Aguascalientes, Aguascalientes; Oaxaca, Oaxaca; Ciudad Victoria, Tamaulipas; Culiacán y Mazatlán, Sinaloa; Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; Acapulco y Chilpancingo, Guerrero; León, Guanajuato; Villahermosa, Tabasco; Tepic, Nayarit; Jalapa y el puerto de Veracruz; Ecatepec, Estado de México; La Paz, Baja California Sur; Mérida, Yucatán; así como en las capitales de Campeche, San Luis Potosí y Chihuahua.
En las ciudades europeas de Barcelona, París, Londres, Berlín; en Nueva York, Los Ángeles, Washington, Chicago, Houston, Seattle y Saint Paul, en Estados Unidos, así como en Río de Janeiro, Brasil, simpatizantes con el movimiento pacifista de la ciudad de México se unieron al llamado solidario.
Esta marcha, muy poco que ver con aquella charada organizada por la gente bonita, disfrazada y combativa light de hace unos años, ocurrió en una escenario radical, donde cada uno de los mexicanos tenemos que evaluar, si permaneceremos atenidos a que otros decidan, o vamos a participar activamente para que a la Patria no se la lleve la Chingada.
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