miércoles, 22 de diciembre de 2010

REFLEXIONES PERIODÍSTICAS: EL RESCATE DE SANTA CLAUS O EL DIEGO DE SIEMPRE

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Lo siento, no me la creo. La liberación del “Jefe” Diego Fernández de Cevallos a unas cuantas horas de la celebración de la Navidad me parece “extraña” para no decir francamente oportuna, considerando lo atípico del secuestro y las declaraciones inmediatas de la supuesta víctima.

Cual patriarca bíblico o imitador de Santa Claus, el “Jefe” Diego aseguró que como hombre de fe ya había perdonado a sus captores, que su vida sería la misma y que el plagio tuvo intereses económicos e ideológicos.

"Yo tengo la tranquilidad de conciencia de haber luchado siempre por mis ideales, siempre en Acción Nacional, siempre por México. No lo vieron así mis plagiarios, ellos me consideraron un enemigo de sus causas”.

A bote pronto una directa alusión al panismo ortodoxo que presume y la interrogante abierta de la antipatía conceptual de los secuestradores.

"En este país sólo podremos tener paz y tranquilidad cuando valgan lo mismo las vidas de un candidato a la Presidencia, de ex candidato, de un cura o cardenal, de un soldado o un campesino, cuando todas las vidas humanas nos valgan lo mismo y se respeten igual, de ricos y pobres, ese día México será grande".

¿Así o más derechita al saldo dramático de la administración de Felipe Calderón, quien aguantó hasta lo último para “celebrar” el retorno de uno de sus adversarios políticos por excelencia?.

Oportunamente informado, Diego retomó el impacto mediático del secuestro y del crimen organizado, metiendo discretamente los temas de la agenda próxima que irá rebelando.

Preocupa que, precisamente cuando el PAN no está en el mejor momento de integración, aparezca un peso completo generando la empatía natural de un electorado mexicano proclive a ponerse cursi a la hora del voto con calvarios dignos de los culebrones lacrimógeno-religiosos televisivos.

Las imágenes no pudieron ser mejor preparadas. El anciano afectado por las privaciones y el cautiverio, pero con la frente en alto, con flores para su novia y alegría para la familia. Sin contar todavía con un largo rosario de historias que contar, el ¿místico? Diego viene por las cartas completas. Eso es lo que me llama la atención.

Aun en el margen de la duda, bien a bien, la opinión pública (inducida o no) jamás se enteró propiamente del suceso, salvo de lo que era indispensable saber. Una mañana, muñeco de ventrílocuo, el Teacher, destapa el notición: Diego está libre, y de ahí pa’l real.

Que el asesinato de la activista de Chihuahua y sus parientes, la tragedia de Texmelucan, el endeudamiento del país o el asunto que mejor le parezca quedaron eclipsados, Santa Claus, digo, el “Jefe” Diego está de regresó como “Machete”, listo pa’ poner orden, por que ahora es personal.

Habrá que treparse al tren de Diego como el Presidente de la República y la Secretaría de Gobernación que van a castigar a los plagiarios del icono blanquiazul, o la rancia aristocracia decimonónica que ve en las barbas al profeta de la restauración. Es el momento de saldar cuentas y poner revanchas.

La clase política, derecha, izquierda y chaquetazo, ovacionaron la resurrección del “Jefe” en una de esas ocasiones en que es mejor mantener el silencio a quedar prensado en el futuro incierto.

Por un momento, cualquiera creyó que el liberado no era otro que Santa Claus, desgraciadamente, resulto ser el viejo barbón y trácala de siempre.

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