POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Ni estudian ni trabajan. Son jóvenes de 14 a 19 años que por las razones que gusten no están en las escuelas y no se preocupan por una forma honrada de ganarse la vida; prefieren las calles y el intercambio de aburrimiento en las esquinas.
En la Ciudad de México se calcula la cifra de 110 mil “ninis”, ubicados en las Delegaciones de Azcapotzalco, Gustavo A. Madero, Miguel Hidalgo y Álvaro Obregón, principalmente, sin embargo, el fenómeno, aunque intermitente en otras demarcaciones, amenaza con extenderse al resto del Distrito Federal.
Es fundamental aclarar que los “ninis” no son adolescentes de la calle, simplemente, tienen otras prioridades que las comunes a los chicos y las chicas de su edad.
Por constituir un capital propagandístico electoral, la Secretaria de Educación del Distrito Federal dará seguimiento a los Programas de Atención Integral a la Juventud y de Atención a la Sociedad de la Esquina (en verdad así se llama) para atraer a los “ninis” a actividades que les faciliten hacer algo, que no sea ver pasar las ruedas de los automóviles.
En México, los enterados redondean en siete millones a los “ninis” que son las pruebas vivientes del fracaso educativo de dos gobiernos federales panistas y de una Secretaría d Estado acaparada por la líder de los trabajadores que hace y deshace sin pedirle permiso a nadie.
Los “ninis” son hijos del agobio.
En palabras de Mario Carrillo, titular de la SEDF, “la inactividad representa riesgos para los jóvenes, entre ellos depresión, angustia y en algunos casos suicidio, pero permanecer en el abandono familiar puede generar rasgos pronunciados de ansiedad que lo lleven al consumo de alcohol, drogas y tabaco.
Frente a la crisis de oportunidades y valores, entre los jóvenes puede darse la búsqueda de referentes de autoridad en el barrio o la esquina y es justo ahí donde se ubica el punto más crítico porque se corre el riesgo de que se involucren en conductas vandálicas o la comisión de acciones ilícitas”.
Pero los “ninis” también son pretexto para generar chambas a los grillos y los expertos en problemas de juventud para que se reúnan en foros con títulos explícitos “Hacia una política pública de atención a los jóvenes que ni estudian, ni trabajan” y cobertura mediática de relleno.
La preocupación burocrática es la misma: tratan de resolver lo insalvable, desatendiendo lo que tiene solución. Los “ninis” están en una situación límite, de la que muy difícilmente podrán escapar porque cada uno de ellos responde a una explicación particular, capaz de agotar los recursos y las “buenas intenciones” de una administración.
El problema está en otra parte; está en los adolescentes y jóvenes que hacen un esfuerzo por estudiar y conseguir trabajo para mejorar sus condiciones de vida, y se ven derrotados por la crisis estructural e institucional de la Nación. Son mexicanos que pierden la oportunidad de estudiar y de trabajar en puestos dignos y redituables.
Esos, que sí trabajan, que sí estudian merecen todo el apoyo real (y no traicionero) de las autoridades. Esa juventud valiosa es la que tenemos que rescatar y aunque se piense muy cruel, no se trata de levantar a quien se venció voluntariamente, sino a aquel que en las cuerdas y recibiendo la golpiza de la adversidad trata de no derrumbarse. A ellos deberíamos de canalizar recursos, y créanlo, pues fue el caso de quien escribe, terminar una carrera universitaria nos costó a mí y a mi madre enormes sacrificios, y en esos años no se deban becas para llevársela tranquila sin exigir excelencia, por ende, labrarme una oportunidad, una sola, fue la diferencia entre volverme un ciudadano de provecho o perderme en el polvo.
Cada hombre y cada mujer son responsables de resolver su vida.
Los “ninis” tomaron una determinación y tendrán que soportar lo que se desprenda de ella.
1 comentario:
Amigo mío, me encuentro en completo acuerdo con las medidas que discutes, tus argumentos me parecen completamente convincentes y de cierta manera cruelmente acertados.
Te comentaría que espero alguien escuche los aullidos de este pueblo recluido y desesperado, pero por lo menos sabes que yo te escucho y creeme, con atención.
Gracias por tu aportación a mi biblioteca de valor personal.
Por cierto me inspiraste para realizar paso a paso un sueño, te agradezco por ello también.
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