Por.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
La tarde noche de ayer, Fernando Gómez Mont, Secretario de Gobernación, renunció al Partido Acción Nacional por discrepancias profesionales, que se negó a comentar.
El documento de renuncia cimbró al pleno blanquiazul y fue una respuesta contundente al pragmatismo entreguista en que la presidencia de Cesar Nava ha impuesto en las alianzas electorales con el Partido de la Revolución Democrática, y el “olvido” de los acuerdos pactados con el Partido Revolucionario Institucional que necesita la administración federal para que el país no caiga víctima de la ineficiencia de la actual clase dirigente.
Cruzando los dedos, Gómez Mont, heredero de una de las familias que fundaron el PAN, prometió objetivad en las relaciones que en adelante sostenga con dicho partido político.
El trueno de ese adiós resuena en los pasillos del poder como otra complicación que deberá lidiar Felipe Calderón, al poner bajo la misma bandera al instituto que lo llevó al poder y a una corriente de panistas de abolengo opositores de vínculos contra natura de la derecha.
Si la idea del presidente de la República es llenar el carro y llevárselo, el divorcio de la Secretaria de Gobernación con la dirigencia de Acción Nacional sólo mete mayor presión al avance del PRI en su proyecto de regresar a Los Pinos, aprovechando los errores garrafales de los grillos que en el cambio súbito de camisetas están estrenando unas combinaciones proscritas de la guía Pantone de la burrocracia.
Por mero afán de especular, la renuncia de Gómez Mont podría ser un cambio de táctica para facilitar el arribo de otros amigos de Felipe Calderón al reparto de los cocolazos. En las semanas porvenir descubriremos quién es el consentido del preciso: César Nava o Fernando Gómez Mont. De momento la moneda está en el aire. Pero es un mal presagio que entre familia se rompan estas lanzas.
A pesar que el calderonismo pretende usar de campaña de relanzamiento político las fiestas del Bicentenario, que las del Centenario se las adjudica el PRI, recurrir a las integraciones mafiosas en una grilla minada es poner todos los huevos en una sola canasta.
No porque Gómez Mont fuera una lumbrera en eso de la solución de conflictos cotidianos, el licenciado logró poner unos cuantos puentes colgantes en la cima de la beligerancia tricolor y, en especial, los consensos instantáneos de finales de 2009 fueron por su obra y desgracia.
César Nava no ha podido, con toda la influencia del Poder Ejecutivo, sacar a buey de la barranca y en la desesperación, que no, entendimiento de los contextos, le asegura a su jefe que con vender el alma al diablo se puede recuperar 2010 para Acción Nacional y prender el fuego nuevo en 2012.
Si Calderón pide la renuncia de Gómez Mont, que ahí sí argumentos sobran, la apuesta tenderá a jugarse la silla (esa que precisamente se necesita en Ciudad Juárez) con rivales agazapados a los que no podrá controlar y pondrá verdes a los Dinosaurios que no olvidan y no perdonan.
Estamos seguros que con la muerte de José Camilo Mouriño, no sólo el presidente de México perdió a su forjador, sino al cerebro del proyecto de Nación. Desde entonces, la Presidencia y el PAN chocan como gallinas descabezadas, el poder se les va.
En tanto, ya escucharemos las inverosímiles explicaciones del objeto volador aun no identificado que cayo por los rumbos de Hidalgo y Puebla, que el meteorito, que los extraterrestres, que el final de los tiempos; una bonita distracción para concluir una semana en la que aun en algunas zonas inundadas por las aguas negras en el Estado de México, la ayuda no llega.
Lo dicho: no era meteorito, era basura espacial de un ¡satélite ruso!
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